miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL SANATORIO DE SIERRA ESPUÑA


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El preventorio de Murcia

Un lugar alejado entre frondosos bosques… un gigantesco edificio abandonado de interminables y oscuros pasillos… un pasado como preventorio antituberculoso y orfanato… leyendas, rumores, extraños ruidos en medio de la noche. Todos los ingredientes necesarios para que el Sanatorio de Sierra Espuña sea uno de los lugares más visitados por los amantes de lo desconocido en España.
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A principios del siglo pasado las enfermedades derivadas de las vías respiratorias asolaban todo el territorio español, la falta de higiene y conocimientos sobre dichas enfermedades las propagaban aceleradamente y, entre todas ellas, sin duda la más preocupante fue la tuberculosis. Las autoridades sanitarias de la época construyeron cientos de centros diseminados por las montañas alejadas del país para intentar aislar y tratar a los miles de enfermos que padecían estas dolencias. Bajo estas premisas, y por una acuciante necesidad, con mucho esfuerzo tanto económico como laboral, se fundó el Patronato Benéfico-Social del Sanatorio Antituberculoso de Sierra Espuña, en Murcia.
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La construcción comienza a finales del año 1913, durante los meses estivales, vecinos y voluntarios van levantando lentamente el edificio y durante el resto del año se intentan recaudar los fondos necesarios para continuar con la obra. En 1917 se termina la primera planta del preventorio. Durante los años de la República, las obras pasan por su peor momento por las directas confrontaciones del Patronato con las autoridades republicanas y no es hasta 1931, cuando las obras se ceden al estado, que a estas se les dará su último espaldarazo, concluyéndose en su totalidad en el año 1934.
El edificio constaba de sótano, planta baja, primera y segunda planta, aunque más tarde se edificaron a parte la casa del conserje, cocheras, cuadras, depósito de cadáveres, velatorios y un acueducto para recoger el agua.
El refectorio funcionó como sanatorio hasta el año 1962 y también se usó como hospital que daba servicio a los pueblos de los aledaños. El avance la medicina y el descubrimiento en el año 1949 de la estreptomicina, hicieron que las enfermedades que allí se trataban disminuyeran considerablemente y poco a poco, las casi 200 camas del sanatorio se vieron vacías. El 10 de Mayo de 1962, los últimos enfermos son trasladados al Hospital de Albacete y el Sanatorio antituberculoso de Murcia, en sierra Espuña, cierra oficialmente sus puertas.
Tras permanecer un corto periodo de tiempo cerrado, se rehabilita como escuela-hogar para niños desfavorecidos y ya más tarde, en los años 80 se realiza una fuerte inversión y se restaura una parte del edificio con el fin de utilizarlo como albergue juvenil. Finalmente, en el año 1995, por su insostenible presupuesto, cierra definitivamente sus puertas.
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Los sucesos paranormales

Cuentan la mayoría de los investigadores que han cubierto este sanatorio que la mayor parte de las veces la fenomenología paranormal sucede en la primera planta, y más concretamente en los pasillos que unen la parte reformada con la más antigua, que ha permanecido intacta desde su cierre, hace más de 45 años. Ambas zonas están separadas por una puerta, tras la cual se construyó un tabique para impedir el paso al sector más antiguo.
Algún testigo todavía vivo de cuando en el sanatorio se trataba la tuberculosis narra cómo se sacaban a los fallecidos por la parte trasera, creyéndolos muertos, para llevarlos a un depósito que se había construido fuera del recinto, y cuando el carretero introducía los cuerpos en los ataúdes para bajarlos al cementerio de Alhama, algunas veces los cadáveres revivían y comenzaban a golpear con fuerza la tapa del ataúd, lo que daba unos sustos de muerte al pobre carretero.
Un ex militar cuenta en su testimonio que, a mediados de los años 80, estando de maniobras hicieron noche en el preventorio. Ubicaron su cuartel de campaña en la primera planta, en la zona más antigua y, mientras uno de ellos quedó de guardia, el resto se dispuso a pasar una plácida noche. De pronto, los gritos de ¡Alto! del vigía despertaron a todos los soldados que atónitos, contemplaron como el soldado de guardia apuntaba a un ser etéreo de color verduzco con forma humana y femenina.
Presa del pánico, el soldado disparó una ráfaga con su fusil destrozando una ventana del pasillo y dejando impactos en la zona trasera que todavía hoy son visibles. Pero lo más espectacular es que todos los presentes pudieron ver como la trayectoria de las balas, seguidas por su trayectoria luminosa en la semioscuridad, atravesaron al ser etéreo que permaneció pasivo e inmóvil en todo momento.
Tras la confusión reinante, la figura se esfumó y todos los soldados salieron del edificio y no volvieron a entrar hasta bien entrada la mañana, junto con otros militares y la propia policía.
Existen numerosos testimonios más en los que se dice haber visto la figura de ésta extraña mujer que aparece y desaparece en los pasillos y ventanas del edificio. En la red se pueden encontrar numerosas psicofonías grabadas en el lugar y muchas historias sobre puertas y ventanas que se abren y cierran solas y sonidos que escapan a toda lógica.
Como suele suceder en la mayoría de estos casos, todo esto es muy difícil de probar y queda a la libre opinión de cada uno. Lo único que está claro es que pasar una noche bajo las ruinosas techumbres de este edificio no es apto para corazones débiles e incluso en compañía, los ruidos del bosque y los crujidos inherentes a la vieja construcción nos pueden jugar una mala pasada y hacernos sudar, incluso en los días más fríos del invierno.
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