viernes, 23 de noviembre de 2012

EL ACCIDENTE DE ROCAS ALTAS

El accidente de Rocas Altas


El 7 de enero del año 1972 un avión modelo Caravelle de la compañía Iberia, que cumplía el vuelo regular 602 entre Valencia e Ibiza, chocaba a las 12:10 en un monte de la Sierra de Sa Talaia mientras iniciaba la maniobra de aterrizaje.  La explosión se oyó en muchos puntos de la isla. 

Los primeros informes fueron muy confusos y contradictorios. Primero se dijo que el avión había caído al mar. Tampoco se supo al principio si el accidente ocurrió antes o después de que el avión hubiera tomado tierra. 
Más tarde se pudo comprobar  las dimensiones del accidente. La investigación determinó que el avión se estrelló debido a un error de cálculo de la altitud del piloto, que decidió hacer una maniobra a pesar de la niebla.

No hubo supervivientes, 104 personas entre pasajeros y tripulación (entre ellos nueve niños) fallecieron. Los restos de las víctimas y del avión estaban esparcidos en pedazos por los alrededores. Se trataba de una escena completamente desgarradora;  extremidades y vísceras cubrían el lugar del accidente dando lugar a un escenario de película de terror. Los cuerpos fueron enterrados en un cementerio nuevo, que se inauguró con este suceso.

Han pasado 40 años de aquella desgracia que aún es recordada. También se asegura que el lugar es testigo de supuestas apariciones fantasmales;  gritos desgarradores, sombras, apariciones, pareciera que aquel el fatídico 7 de enero del 72 se repitiera una y otra vez recordando lo que fue uno de los peores accidentes de la historia de la aviación en España.  




En el lugar de la tragedia, la montaña más alta de la isla hay un altar con los nombres de todas las personas que perecieron en el siniestro. También quedan algunos restos del avión accidentado. 


 Restos de fuselaje 

El avión del modelo Caravelle, que cubría la línea regular Madrid-Valencia-Ibiza, se estrelló contra una estribación montañosa de escasa altura, en el lugar conocido por El Morteret, entre los picos Rocas Altas y la Atalaya de San José, muy cerca del aeropuerto de Ibiza. No hubo ni un solo superviviente.

De las 104 víctimas, 80 embarcaron en el aeropuerto de Valencia,  27 de ellas eran residentes en Algemesí y cuatro en Alicante.

La compañía Iberia expuso a la prensa la siguiente nota:

“Iberia lamenta comunicar que en el día de hoy el avión matrícula EC/ATV tipo Caravelle VI/R de 94 plazas que realizaba la línea IM-602, en su trayecto Valencia-Ibiza despegó del aeropuerto de Valencia a las 12,00 horas de la mañana hora local de acuerdo con el horario previsto. El comandante mantuvo las comunicaciones normales con los aeropuertos de Valencia e Ibiza hasta, las 12,15 horas, es decir, diez minutos antes de la llegada estimada a este último aeropuerto, perdió el contacto por radio con el avión la torre de control del aeropuerto de Ibiza que decretó la situación de alarma. El avión ha sido localizado en el Monte de Atalaya del término municipal de San José (Ibiza) a quince kilómetros aproximadamente del aeropuerto de Ibiza, sin que fuera hallado ningún superviviente. Hasta el momento se desconocen las causas del accidente. Por las autoridades aeronáuticas y por Iberia se han iniciado las oportunas investigaciones para determinar las causas del siniestro.”

La tripulación del Caravelle estaba compuesta por :
Comandante: José Luis Ballester Sepúlveda.
Copiloto: Jesús Montesinos Sánchez.
Mecánico: Vicente Rodríguez Mesa.
Azafata: Pilar Merino López Baeza.
Azafata: Pilar Miravet Martín.
Auxiliar de vuelo: Manuel Fernández Cuesta.



 La tripulación del Caravelle de Iberia siniestrado en Ibiza

El comandante de la nave siniestrada llevaba siete mil horas de vuelo, y el segundo piloto era recién casado y su esposa estaba esperando un hijo. el mecánico estaba casado y era padre de dos hijos.
Juan Ribas, que habitaba en una casa cercana al lugar del accidente, manifestó que vio volar el avión muy bajo, en la niebla reinante y que luego oyó una tremenda explosión.
Se acercó al lugar y pudo ver una dantesca escena, en la que, en un área de dos kilómetros de radio, se confundían los restos del avión con los cadáveres de las victimas.
El Sr. Ribas regresó inmediatamente a San José, la vecina localidad y avisó a la Guardia Civil. La Benemérita inició de inmediato el oportuno despliegue para rescatar los posibles supervivientes. Por desgracia, al regresar al lugar pudieron comprobar que no había auxilio que prestar.
Los soldados del Regimiento Teruel de Ibiza fueron los encargados de tener que recoger los numerosos cadáveres cortados por la mitad, a la altura del cinturón de seguridad, que allí aparecían.





Según informaciones recogidas en círculos allegados al aeropuerto de Ibiza, la última llamada efectuada por la tripulación del avión siniestrado fue realizada a las doce y cuarto. La tripulación pidió permiso para descender a 5500 pies de altura. Sobrevolaba en ese momento la isla Conejera. El piloto dijo “preparad una cerveza que ya estamos”, la torre de control dio el permiso para descender y se cree que el aparato se encontró con la montaña, seguramente debido a un error del altímetro.
Entre el personal del aeropuerto se comentó que precisamente esa zona de la isla era la única que en aquellos momentos tenía poca visibilidad.



Entierro de las víctimas
Al no haber suficientes cajas mortuorias en la isla, éstas se tuvieron que pedir a Barcelona. Por otra parte, el nuevo cementerio aún estaba sin acabar, por lo que hubo que oficiar una misa de consagración deprisa y corriendo para poder ser inaugurado con los fallecidos del accidente aéreo.
Al día siguiente, tras grandes dificultades en las tareas de rescate de las víctimas, se celebró la sepultura. El Papa Pablo VI envió mensajes de condolencia por el siniestro aéreo de Ibiza.






Memorial en recuerdo de las víctimas
Muchos son los testigos que afirman haber vivido todo tipo de fenómenos extraños en la zona del accidente. Uno de los testimonios más impactantes es el de Maria Luisa Álvarez, que junto a tres amigos más fue de acampada hace ya 20 años a la que fue zona del accidente.
Relata Maria Luisa que con las tiendas ya montadas y estando dentro de éstas pues la temperatura no invitaba a estar fuera, sobre las 11,30 de la noche mientras charlaban animadamente alrededor del quinqué eléctrico que tenían, comenzaron a escuchar unos gritos de dolor desgarradores de muchísima gente a la vez.
Presos del pánico, mientras su amiga y ella se quedan dentro de la tienda, los dos chicos que las acompañaban salieron para comprobar qué o quien había fuera. Fue entonces cuando los gritos dejaron de escucharse. Al meterse los dos amigos dentro de la tienda otra vez, los gritos regresaron de nuevo con más intensidad coincidiendo con que la luz del quinqué iba bajando poco a poco de intensidad hasta llegar a apagarse.
La noche se hizo eterna para estos cuatro amigos que a la mañana siguiente salieron de allí como alma que lleva el diablo para no regresar nunca jamás.
¿Qué eran aquellos gritos desgarradores? ¿Eran tal vez los gritos de todos aquellos que allí dejaron sus vidas debido al fatal accidente allí producido?



Reportaje Cuarto Milenio “Programa 3, Temporada 7”.

Fotos: escuco (Jan Klomp) 

Fuente: wikipedia.org

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