lunes, 1 de octubre de 2012

EL MITO DE EL DORADO

El Dorado


Se conocía como El Dorado a un lugar mítico situado en América del Sur en el que habría una gran ciudad con calles de oro e inmensas riquezas. Muchas expediciones llevadas a cabo por exploradores y conquistadores europeos se iniciaron en la búsqueda de este lugar que jamás fue encontrado, ya que sólo existía en las cabezas de aquellos que fantaseaban con la idea de la riqueza inmediata.

Tras muchos intentos por llegar a El Dorado, se estimó en torno a 1560 que éste debería situarse en torno a la laguna de Guatavita. Pero allí no había ni rastro de una ciudad de oro. En 1801, Alexander von Humbdoldt llegó a la laguna, donde pudo comprobar que El Dorado nunca existió, y elaboró la historia de la leyenda desde el punto de vista científico.


La Leyenda:
 

No se sabe muy bien cuando empezó la leyenda, pero se cree que fue durante la expedición que Gonzalo Jiménez de Quesada realizó en el sur de la actual Colombia en torno a 1541, donde los muiscas, una tribu chibcha, hablaban de algún tipo de ritual solar con mucho oro. Estaban refiriéndose a la “ceremonia del indio dorado”, pero los hombres de Jiménez de Quesada pensaron en una ciudad de oro.



Hay otras posibles fuentes de la leyenda, pero todas se basaban en la misma historia del indio dorado.

Ceremonia del indio dorado:
 
Al parecer los muiscas cubrían a su cacique con resinas para adherirle después polvo de oro y piedras preciosas en un ritual de adoración al Sol y al propio rey de la tribu. El rey, cubierto de oro, se adentraba dentro de la laguna y se sumergía en ella, quedando en la superficie una mancha dorada. Acto seguido los aldeanos, llegados desde todos los territorios donde regía el cacique, arrojaban al fondo del lago oro y gemas.




A este rito se le conoció como la ceremonia del indio dorado o del hombre dorado, que con el tiempo se quedó con el nombre de El Dorado. No se sabe con exactitud para qué se hacía el rito. Se piensa que podría ser el rito iniciático de coronación del cacique o un rito anual de ofrenda al Sol como Dios. Lo cierto es que este rito cierto e histórico, llevó a una leyenda que no tenía nada que ver con la realidad.

La laguna de Guatavita:

Se trata de una laguna de origen volcánico situada al sur de Bogotá (Colombia) a más de tres mil metros de altura sobre el nivel del mar. Tiene forma circular y unos 125 metros de diámetro. Es de difícil acceso ya que está en lo alto del cráter de un volcán inactivo y enclavado en una zona montañosa.


Desde que se difundió la leyenda de El Dorado, muchos han sido los visitantes de la laguna en busca de sus supuestos y preciados tesoros. La idea de que debajo de la laguna se encontraba una ciudad de oro llevo a muchos exploradores, ya desde el siglo XVI, a intentar drenar el agua de la laguna para extraer sus tesoros. Hoy en día, se puede apreciar una gran zanja cerca de su orilla, muestra evidente de esos drenajes del pasado. Lo cierto es que debido a la ceremonia del indio dorado, cada vez que se ha efectuado alguno de estos drenajes se ha extraído una cantidad considerable de oro, aunque en ciertas ocasiones, como el último gran intento de desecar la laguna en 1912, costó 16 veces más que lo que se pudo extraer de ella.


En 1965 el Gobierno colombiano prohibió los drenajes en la laguna al declararla lugar histórico. Pero esto no impidió que se siguieran buscando tesoros en los alrededores. En 1969, unos agricultores encontraron en la localidad de Pasca una figura de oro llamada “La Balsa Muisca”. Se supone que la figura era una representación de la ceremonia del indio dorado que hoy se puede observar en el Museo del Oro de Bogotá. La figura parece tener unos 700 años años.



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