Evidencias reales de la verdad de lovecraft
Con un tamaño similar al del lago Ontario, tiene unas dimensiones de 250 km de largo por 50 km de ancho, y está dividido en dos profundas fosas por una cordillera. El agua líquida sobre la cordillera tiene una altura de 200 m, unos 400 m en la fosa norte y 800 m en la sur. El lago Vostok cubre un área de 15.690 km² y tiene un volumen estimado de 5.400 km³ de agua dulce, curiosamente se considera que esa agua dulce se mantiene en estado líquido pese a que su temperatura promedio sería de -3ºC (tres grados centígrados bajo cero), esto se explica porque el agua de este lago se encuentra comprimida a una presión de 360 atmósferas (tal presión impide la solidificación del agua a esa temperatura). En mayo de 2005 se halló una isla en el centro del lago.
No
hay que mirar automáticamente hacia el espacio para preguntarse qué
clase de misterios podríamos encontrar. Algunos de los más grandes están
aquí en la Tierra, y uno en particular está ubicado en la Antártida. Se
estima que el lago Vostok tiene unos veinte millones de años de edad,
se ha dicho que contiene el agua más pura del planeta, y son cada vez
más grandes las posibilidades de que albergue vida a pesar de sus condiciones extremas. Treinta años y más de 3.700 metros de profundidad después, un grupo de científicos rusos ha alcanzado la superficie de este increíble lago.
El lago Vostok ha
aparecido en las noticias y mantenido una presencia notable en el mundo
científico por varias razones. En primer lugar, la estación instalada
sobre su superficie registró la temperatura más baja en la Tierra, con unos “acogedores” 89 grados bajo cero
en 1983. No fue sino hasta 1996 que científicos rusos y británicos
confirmaron la existencia del lago, algo que se sospechaba desde los
años 60. También es el lago subglacial más grande
de los cientos que se han encontrado hasta ahora, y con su prolongada
edad (promedia los veinte millones de años, pero aún no hay un consenso,
ya que se mencionaron valores desde 14 hasta 35 millones de años), el lago tendría el agua más pura e intacta.
De acuerdo a recientes reportes, un grupo de científicos rusos habría
llegado a la superficie del lago el domingo pasado, deteniéndose a
exactamente 3.768 metros de profundidad. La perforación comenzó en la
década del ‘70, mucho antes de que se supiera de él.
En estos momentos, no es solamente la existencia de agua dulce en el lago lo que atrae a los científicos, sino sus extremas condiciones. Se
ha comparado al lago Vostok con los océanos y lagos subterráneos que
estarían bajo la superficie de las lunas Europa y Encélado, dos de las
mayores candidatas en el Sistema Solar para poseer vida extraterrestre.
Si hay algo vivo allá abajo (y probablemente lo haya a pesar de la
oscuridad y el frío) calificaría directamente como un organismo extremófilo.
Al mismo tiempo, el lago Vostok podría entregar respuestas a algunos
interrogantes sobre el calentamiento global. El continente antártico
posee cerca del 70 por ciento del agua dulce del planeta (entre el hielo
y los lagos), y un aumento en su temperatura contribuye a la elevación
del nivel del mar.
Algo está cambiando del interior de la Antártida sólo sabemos lo que nos
han contado los científicos militares que allí investigan desde sus
remotas bases inaccesibles,por eso personalmente estoy convencido que
nos explican menos de la mitad de lo que saben,al estilo de los
científicos ecologetas quienes afirman interesadamente que los miles de
glaciares polares se están derritiendo rapidamente por causa del
calentamiento antropogénico, pero lo curioso es que el glaciar mas
visitado el mundo el “Perito Moreno” cada día tiene mas hielo.
Glaciar Perito Moreno crece 3 metros por día
El lago Vostok es un lago subglacial ubicado en la Antártida. Se encuentra debajo de la base Vostok rusa, a 4.000 m bajo la superficie de la placa de hielo antártica central, totalmente aislado del exterior y protegido de la atmósfera.
El lago Vostok cubre un área de 15.690 km² y tiene un volumen estimado de 5.400 km³ de agua dulce. En Mayo de 2005 se halló una isla en el centro del lago.
Glaciar Perito Moreno crece 3 metros por día
El lago Vostok es un lago subglacial ubicado en la Antártida. Se encuentra debajo de la base Vostok rusa, a 4.000 m bajo la superficie de la placa de hielo antártica central, totalmente aislado del exterior y protegido de la atmósfera.
El lago Vostok cubre un área de 15.690 km² y tiene un volumen estimado de 5.400 km³ de agua dulce. En Mayo de 2005 se halló una isla en el centro del lago.
Uno de los grandes misterios de este lago es el descubrimiento de
objetos metálicos muy grandes de origen desconocido. Por ahora no se
puede saber con certeza si la anomalía magnética del lago Vostok tiene
un origen natural o artificial.
A partir del 2001, un grupo de científicos estadounidenses comenzó a sobrevolar el lago Vostok a baja altura, con el fin de estudiar la actividad magnética que se verifica por allí. Durante estos sobrevuelos, se descubrió una poderosa anomalía magnética en la zona suroriental del lago. La discrepancia se calculó en 1000 nanoteslas, una cantidad enorme, cuyas causas son ignotas. Otra característica de la anomalía es su extraordinaria amplitud, ya que se extiende por unos 166 kilómetros cuadrados.
A partir del 2001, un grupo de científicos estadounidenses comenzó a sobrevolar el lago Vostok a baja altura, con el fin de estudiar la actividad magnética que se verifica por allí. Durante estos sobrevuelos, se descubrió una poderosa anomalía magnética en la zona suroriental del lago. La discrepancia se calculó en 1000 nanoteslas, una cantidad enorme, cuyas causas son ignotas. Otra característica de la anomalía es su extraordinaria amplitud, ya que se extiende por unos 166 kilómetros cuadrados.
El lago Vostok no está cubierto por 4 kilómetros hielo como se nos hace creer,en esta foto (arriba) tomada desde satélite se pueden distinguir con claridad los límites costeros del lago donde personalmente me da la sensación que si existe capa de hielo esta es de un tamaño muy superficial
Inicialmente se intentó explicar la anomalía magnética a partir de causas naturales.
Michael Studinger, de Columbia University, sostuvo que muy probablemente, la corteza terrestre es muy delgada en el fondo del lago. Por tanto, la cercanía con el manto causaría un aumento de la actividad magnética.
El geólogo Ron Nicks sostiene, en cambio, exactamente lo contrario: la delgadez de la corteza y la consiguiente cercanía del manto causarían un calentamiento de la costra misma y esto debería reducir la actividad magnética en vez de aumentarla.
Según el profesor Thomas Gold (revista Nexus Australia), la anomalía sería causada por una excepcional concentración de xenón, argón y metano, que provendría justamente del manto.
Tendremos tiempo, a futuro, de detallar la
extraordinaria narración de Howard P. Lovecraft titulada “En las Montañas de la
Locura”, probablemente la más inquietante y aterradora historia que se haya
escrito sobre los secretos de la Antártica.
Por ahora, sólo evocaremos una parte de su relato
central, sobre el horrendo hallazgo que realiza un grupo de exploradores al
encontrarse con los restos de una civilización no humana, atrapada en los
hielos polares. Por su precisión, me apropio de la traducción hecha por
Fernando Calleja para la “Universidad Miskatónica Lovecraftiana”:
“El pétreo laberinto sin nombre
consistía en su mayor parte de muros de diez a cincuenta pies de altura y entre
cinco y diez pies de grosor. Estaba formado principalmente por prodigiosos
bloques de oscura pizarra primordial, esquistos y piedra arenisca, bloques en
algunos casos de hasta 4 x 6 x 8 pies, aunque en varios lugares parecía estar
labrado en un lecho desigual y macizo de roca de pizarra precámbrica. Los
edificios estaban lejos de ser de igual tamaño, pues había innumerables
configuraciones de enorme extensión semejantes a panales y otras más pequeñas y
aisladas. La forma general de esas configuraciones tendía a ser cónica,
piramidal o escalonada, aunque había salpicados aquí y allá cilindros
perfectos, cubos perfectos, grupos de cubos y de otras formas rectangulares y
raros edificios angulares, cuyo plano de cinco puntas daba una idea aproximada
de modernas fortificaciones. Los constructores habían hecho uso constante y
experto del principio del arco, y es probable que en sus tiempos de apogeo la
ciudad tuviera bóvedas”.
“Todo el conjunto estaba
monstruosamente afectado por la erosión, y la superficie helada de la que
surgían las torres estaba llena de bloques caídos y de escombros de antigüedad
incalculable. Allí donde la capa de hielo era transparente pudimos ver bases de
gigantescas columnas y puentes de piedra, conservados por el hielo y que unían
las distintas torres a diversas distancias del suelo. En los muros que quedaban
a la vista pudimos distinguir vestigios de otros puentes más altos de la misma
clase, ya desaparecidos. Una inspección más detenida reveló incontables
ventanas de buen tamaño, algunas de las cuales estaban cerradas por un material
petrificado que había sido madera, aunque las más de ellas bostezaban abiertas
de un modo siniestro y amenazador. Naturalmente, muchas de las ruinas carecían
de tejado y mostraban gabletes desiguales redondeados por el viento, en tanto
que otras, de tipo más acentuadamente cónico o piramidal, o protegidas por
edificios más altos, conservaban intacta su silueta a pesar del omnipresente
derrumbamiento y corrosión. Utilizando los prismáticos apenas pudimos
distinguir lo que parecían ser decoraciones esculpidas formando franjas
horizontales —entre ellas curiosos grupos de puntos, cuya presencia en la
antigua esteatita ahora cobraba una importancia inmensamente mayor”.
“En muchos lugares los edificios
estaban completamente en ruinas y la capa de hielo profundamente hendida por
varias causas geológicas. En otros la piedra estaba desgastada hasta el mismo
nivel de la superficie helada. Una amplia franja, que se extendía desde el
interior de la meseta hasta una hoz situada en las laderas de las
estribaciones, como a una milla del desfiladero que habíamos atravesado, estaba
totalmente libre de edificaciones. Dedujimos que probablemente se trataba del
cauce de algún caudaloso río que en la era Terciaria, hace millones de años,
fluyó a través de la ciudad hasta caer en algún prodigioso abismo subterráneo
de la gran cordillera. Desde luego, era aquélla sobre todo una región de
cavernas, simas y secretos soterráneos que estaban más allá de la comprensión
del hombre”.
Así
como sombra del Tercer Reich aparece y reaparece continuamente en la mitología
antártica, y muy particularmente con este mito, según veremos, lo relevante de
Lovecraft en este caso es que el genio del terror logró adelantarse varios años
a la famosa expedición del Capitán Alfred Ritscher de fines de los años
treinta, misma que señala punto de partida para las especulaciones y leyendas
más espectaculares sobre la civilización atrapada en los hielos antárticos,
como también tendremos ocasión de estudiar a futuro. En efecto, Lovecraft
escribió su novela en 1931 y fue publicada en 1936, mientras que la misión
alemana “Schwabenland” (llamada así por el nombre del
principal empleado) se inició dos años más tarde.
Alguna vez, en su posición dentro del
megacontinente de Pangea, la Antártica fue un paraíso subtropical con forestas
espesas y vida en abundancia, hoy escondida bajo kilómetros de costra helada.
Se han hallado fósiles de helechos gigantes y de carbón entre sus estratos
reflotados a las capas más superficiales. Richard E. Byrd calculaba que la
cantidad de carbón fósil de lo que fueron esos bosques antárticos ancestrales,
alcanzaría para abastecer toda la demanda mundial de energía de mediados del
siglo XX.
Hasta el período Cretácico, más de 60 millones de
años atrás, todavía el continente se negaba a desprender su mole de la de
Sudamérica, permaneciendo conectada la Península Antártica con el extremo
austral de Cono Sur, actual territorio de Magallanes. Pero el desplazamiento de
las masas terrestres producto de la movilidad de las placas tectónicas, terminó
aislando totalmente al Continente Blanco, ya relegado a la posición polar.
La Antártica es para el mito, entonces, nuestra más
cercana posibilidad de la existencia de un continente habitado por una presunta
civilización desaparecida bajo los cataclismos y las calamidades que hoy
identificamos en las perdidas Lemuria y Atlántida. La mitología de los
indígenas onas, por ejemplo, asumía el origen de su humanidad desde una
enigmática Isla Blanca, ubicada en algún paraje austral aún más
misterioso y lejano.
H. P. Lovecraft,
autor de "En las Montañas de la Locura".
La supuesta civilización perdida de la Antártica ha
cautivado la atención de varios investigadores, con más o con menos seriedad
según cada caso. La ciencia, por su lado, nos recuerda que el eje magnético de
la Tierra ha cambiado varias veces, en ocasiones valiéndose de períodos
extraordinariamente cortos para este desplazamiento. Esto alimenta la esperanza
de los creyentes.
En tales modificaciones, la Antártica, desprendida
ya del continente de Gondwana, cayó bajo la tiranía del hielo en la dialéctica
de Hans Hörbiger, quedando cautiva, atrapada con toda la vida que en ella
fluía.
Los sondeos realizados durante los años sesenta y
setenta demostraron, además, que la capa de hielos de la Antártica es mucho más
amplia y extendida que la masa de tierra que se encuentra secuestrada bajo los
mismos. Los estudios del Año Geofísico también establecieron que los hielos
están en movimiento, en desplazamiento constante hacia los bordes
continentales, como lo haría la lava de una inmensa isla volcánica, escurriendo
desde el centro del cráter hacia las laderas y las playas.
¿Qué sucedió, entonces? ¿Cambios de eje?
¿Catástrofes estelares que inclinaron al planeta hasta dejarlo en su actual
posición?
Los fósiles de árboles prehistóricos encontrados
del otro lado del planeta, en Groenlandia (“Greenland”, Tierra Verde que
alguna vez fue), demuestran que su crecimiento y desarrollo era continuo, como
si las estaciones del año no hubiesen existido temporizando su vida vegetal.
Esto sólo es imaginable en el contexto de una Tierra perfectamente alineada con
la rotación sobre su eje, y no inclinada como hoy se la encuentra. Del mismo
modo, los fósiles de fauna marina como los ammonites presentan
una rotación inversa a la que actualmente ofrecen los moluscos en sus conchas,
como si fuerzas “magnéticas” de distinto origen hubiesen influido sobre ellos
en distintos períodos de la creación.
Una civilización antártica, alguna vez establecida
allí, alcanzó prematuramente su esplendor antediluviano, pero de un momento a
otro se vio interrumpida por una catástrofe planetaria inusitada, sin
precedentes, que la dejó atrapada en el cristal de hielo por la eternidad de
las Eras Geológicas.
La citada expedición del "Schwabenland",
de 1938-1939, organizada por la Sociedad Alemana de Investigaciones Polares,
recorrió buena parte de la Tierra de la Reina Maud, aerofotografiando más de
600.000 km2 desde grandes alturas de vuelo. No tardó en ser contestada por los
Estados Unidos, que organizaron su propia expedición por el Mar de Ross.
Así como a otras que le siguieron, las exploraciones nazis han sido decoradas con historias sabrosas y perturbantes sobre las maravillas escondidas entre el glaseado polar: enigmáticos “oasis verdes”, y las entradas al mundo interior, de las que haremos caudal en otro posteo. Por ahí andan dando vueltas algunas impresionantes imágenes fotográficas de estos pretendidos hallazgos. El contexto de la guerra favoreció mucho a la desinformación y a la desaparición de la documentación relacionada con estas misiones, estimulando más aún la creatividad y la imaginación.
Así como a otras que le siguieron, las exploraciones nazis han sido decoradas con historias sabrosas y perturbantes sobre las maravillas escondidas entre el glaseado polar: enigmáticos “oasis verdes”, y las entradas al mundo interior, de las que haremos caudal en otro posteo. Por ahí andan dando vueltas algunas impresionantes imágenes fotográficas de estos pretendidos hallazgos. El contexto de la guerra favoreció mucho a la desinformación y a la desaparición de la documentación relacionada con estas misiones, estimulando más aún la creatividad y la imaginación.
En 1958, poco después de la muerte del héroe
antártico Byrd y en siendo aquél el Año Geofísico Internacional en el que el
audaz almirante no alcanzara a participar, se realizó una serie de reuniones y
encuentros, mismos en los que se gestó la firma del Tratado Antártico del año
siguiente.
Durante las labores científicas, los países
convocados y que reclamaban su tajada de tarta antártica, se organizaron como
nunca antes, coordinando actividades comunes de cooperación y exploración. Las
naciones participantes eran Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Estados
Unidos, Francia, Gran Bretaña, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Sudáfrica y
Rusia.
Inspirados en las exploraciones de Ritscher y de
Byrd, se instalaron 33 campamentos de estos países en distintos sectores del
continente helado, para estudiar la instalación de 60 estaciones de
investigación.
La leyenda dice que, durante este período, muchos
de los participantes confirmaron la existencia de algunos de los hallazgos de
la misión “Schwabenland”. Pero, especialmente, habrían comprobado
la existencia de misteriosas ruinas visibles en las profundidades abrazadas por
el cristal gélido, tal cual lo viera Lovecraft en sus pesadillas primigenias y
después lo reportaran secretamente los nazis. Eran, acaso, los restos de la
misteriosa civilización de la Antártica, dormida para siempre en su tumba de
hielo.
Se dice que ésta
sería una de las imágenes de las siniestras "áreas oscuras" bajo el
hielo antártico, fotografiada desde el aire por la expedición alemana realizada
en los albores de la Segunda Guerra Mundial. La parte más oscura señalada, es
uno de los oasis templados observados por los alemanes.
Por la magnitud de estas áreas oscuras ocultas bajo
la costra (cuyo grosor varía hacia el interior del continente desde unos
cientos de metros hasta cerca de 3 kilómetros o más), fueron los aviadores de
las misiones quienes tuvieron la mejor vista de las mismas.
El público de habla hispana pudo enterarse de esta
nueva mitología polar hacia 1980, cuando se inició en España la publicación de
la serie “Biblioteca Básica de las Ciencias Ocultas”, por Ediciones UVE S.A.
También fue reeditada en Chile, Argentina y otros países de Sudamérica. Esta
publicación, dirigida por el Doctor Fernando Jiménez del Oso, si bien peca de
sensacionalismo y de falta de rigor investigativo, tiene la particularidad de
haber revelado parte del ideario mágico que hoy se aprecia consolidado tras la
vitrina de la mitología antártica.
Dice la fuente señalada que, entonces (volumen 12,
página 38):
“…se encontraron “áreas oscuras”
en la superficie de los hielos, como si la gran masa helada ocultara en su
interior muros ciclópeos, relieves regulares que recordaban edificios. Eran, a
juicio de los expertos, figuras geométricas demasiado regulares para que fueran
obra de la Naturaleza”.
A principios del año 2005, se difundió desde
Washington DC la noticia de que una cadena llamadaAtlantis TV, de
California, estaba en posesión de grabaciones tomadas en la Antártica donde se
veía claramente la existencia de ruinas de construcciones artificiales bajo el
hielo. Provendrían de un supuesto video hallado por militares en un almacén ya
abandonado, cien millas al Oeste de la Estación Vostok.
Agrega la información que, aunque la U.S.
Naval Support Task Force-Antarctica negaba su existencia, dos
oficiales de la marina vieron la grabación y, según “fuentes” en la Base McMurdo,
se la describieron a los investigadores civiles de la National Science
Foundation (NSF) tras regresar a la Base Amundson-Scott.
Según la crónica, ellos aseguraron que en la grabación“pueden apreciarse
ruinas espectaculares y otras cosas que no podían comentar”. Agregabanque
"Pensamos que se trataba de una alucinación producida por el frio hasta
que un helicóptero lleno de ‘Focas’ de la Marina de guerra aterrizaron para
rescatar a los reporteros y se los llevaron. Ahora nos estamos rascando la
cabeza". Se agregaba que el Gobierno de los Estados Unidos había
impedido la exhibición de estas imágenes, valiéndose de las facultades de
censura adquiridas después del atentado a las Torres Gemelas del 11 de
septiembre de 2001.
Curiosamente, poco tiempo antes de la noticia, la
administración de George W. Bush había intentado intervenir el texto de la
novela “Raising Atlantis”, de Thomas Greanias, omitiendo párrafos lesivos a la
“seguridad nacional”. El libro también hablaba de una expedición militar
norteamericana que encontraba en la Antártica las ruinas de una humanidad
desaparecida.
Nunca ha existió confirmación oficial de la
noticia. Por el contrario, todo parecía indicar que se trataba de una fantasía
creada por la compañía de entretenciones Atlantis Mapping Project.
Pese a ello, los ingenuos siguiendo difundiendo profundamente la ilusoria
arqueología antártica, quizás impulsados por el íntimo instinto de la humanidad
actual por buscar en la Antártica a sus más lejanos ancestros.
Por lo tanto, toda esta noticia no fue más que
un fake-new o algún experimento comunicacional para atraer la
atención hacia el libro de Greanias, que fuera publicado sin las censuras en
algunos canales de internet.
Así, pues, la civilización perdida de la Antártica
late aún en el legendario. Sus ruinas siguen esperando ser liberadas bajo la
cárcel de los hielos.
El mito, una vez más, aguarda en el frío gélido su
hora para volverse cierto.
OTROS LUGARES SIMILARES:
América del Sur, famosa por ser un lugar de
gran peligro y belleza, alberga un sinnúmero de misterios. Pero entre
tantos enigmas, el que posee el mayor atractivo hasta el día de hoy envuelve
la existencia de ruinas que apuntan a la existencia una o más "civilizaciones
perdidas" que han escapado a la clasificación por los arqueólogos
modernos. Civilizaciones al estilo de las que escritor inglés H. Rider
Haggard plasmara en sus novelas -- grandes urbes de piedra desmoronándose
entre las lianas.
Teodoro Roosevelt
A diferencia de otros enigmas, dichas ruinas no pueden
descartarse como fabricaciones de las revistas de pulpa, ya que han sido documentadas
a primera mano por una variedad de peritos. Uno de los testimonios más
inverosímiles proviene del diario del ex-presidente norteamericano Teodoro
Roosevelt, cuyo recuento de una expedición hasta el corazón del
Brasil apareció en el libro Through the Brazilian Wilderness (A Través
de la Selva Brasileña) en 1914. Mientras que su lancha surcaba las aguas
de un poderoso río en el Mato Grosso, el ex-presidente dirigió
su atención hacia algo sumamente inusual:
Cerca de los rápidos del río, en
las cataratas, Cherrie descubrió unas talladuras muy extrañas
sobre una masa de piedra desnuda. Evidentemente, habían sido hechas por
la mano del hombre hace mucho tiempo. Hasta donde se sabe, los indios de la
región no tallan símbolos parecidos hoy en día...Sobre
la parte plana de la piedra, consistían de cuatro círculos múltiples
con un punto en el medio, diestramente grabados y con un diámetro de
pie y medio. Debajo de ellos, al costado de la piedra, había cuatro letras
"M" o "W" invertidas. Por supuesto, no teníamos la
más mínima idea de lo que representaban estos símbolos,
ni de quién pudo haberlos grabado. Bien puede ser que en el pasado muy
remoto algunas tribus indias de cultura sumamente avanzada habían penetrado
hasta el precioso río, igual que lo habíamos hecho nosotros...El
coronel Rondon declaró que no pueden hallarse figuras semejantes en ninguna
otra parte del Mato Grosso, y que por consiguiente, resultaba más extraño
aún encontrarlas en este lugar, en un río desconocido, que jamás
había sido explorado por el hombre blanco".
Es posible que el caudillo estadounidense se sintiera
decepcionado al saber que 80 años más tarde, las enigmáticas
runas, al igual muchos otros rasgos del Brasil, permanecen sumidos en el misterio.
La cultura Marajoara, que se desarrolló en la isla de Marajó en
la boca del Amazonas, y las ruinas ciclópeas situadas en el corazón
del estado de Bahía, aún desafían las explicaciones de
los sabios.
Los pantanos inexplorados de la Isla de Marajó
tal vez resulten un repositorio de secretos que nos permita desentrañar
el misterio de las culturas perdidas. A juzgar por la evidencia que sobrevive
hasta nuestros días, los Marajoaras eran alfareros supremos, dedicados
a la creación de cerámicas extrañas y altamente ornamentadas
que todavía son confeccionadas hoy en día por un reducido número
de artesanos. Se han hecho comparaciones con la alfarería de la región
andina, sugiriendo una posible relación entre ellas. Enormes cámaras
subterráneas, conectadas por túneles, constituyen evidencia adicional
de la destreza de los desaparecidos Marajoaras.
En consonancia con la tradición de las mujeres
guerreras que legaron su nombre al río más caudaloso del planeta,
la alfarería Marajoara era obra de mujeres, quienes guardaban celosamente
el secreto de formar y cocer el barro. Los motivos que aparecen en la cerámica
representan mujeres embarazadas, ciclos lunares y otros emblemas representativos
de una tradición netamente femenina.
La heroica labor de Marcel Homet, realizada en los
años de posguerra, ayudó a descifrar muchos de los secretos del
noreste del Brasil. Homet descubrió inscripciones talladas, petroglifos
y tradiciones nativas que sugerían la existencia de una civilización
o civilizaciones organizadas en algún momento del pasado en la cuenca
del Amazonas. La más importante de estas tradiciones orales es la de
la tribu Makuschi, situada en las laderas de las montañas Pakaraima.
Dicha tradición hace referencia a "una ciudad perdida con paredes
y tejados de oro (arenisca?), dedicada a la alabanza del Sol". Homet vinculó
esta tradición con la ciudad perdida de Manoa, y aún con la Atlántida.
Sus charlas con los jefes de los Makú revelaron la existencia de otra
ciudad ciclópea en el seno de las inexploradas montañas Pakaraima.
Los jefes le informaron, alegadamente, de que tal lugar existía en las
aguas altas del río Uraricoera. Un enorme pedrusco cubierto de petroglifos
marca el rumbo hacia las calles y fundamentos de la ciudad derruida. Si el explorador
se encamina en dicha dirección por espacio de dos días, llegará
eventualmente a un gran arco en la pared de las montañas, que le conducirá
a una ciudad subterránea de piedra de dimensiones aún mayores.
Alejo Carpentier
|
Marcel Homet
|
Diez años antes de Homet, el autor latinoamericano
Alejo Carpentier se había inspirado en la posibilidad de ciudades megalíticas
relegadas al olvido, como podemos ver en la siguiente descripción de
una metrópolis megalítica en su obra Los Pasos Perdidos: "Lo
que pude ver fue una ciudad titánica -- de estructuras con espacios múltiples
-- con escalinatas ciclópeas, mausoleos en las nubes, inmensas explanadas
defendidas por extrañas fortalezas de obsidiana sin torres ni ventanas,
defendiendo la entrada a un reino prohibido al hombre".
A comienzos del siglo diecisiete, el explorador portugués
Feliciano Coelho se internó en la región que circunda lo que es
hoy la ciudad de Joao Pessoa, donde descubrió un objeto impresionante
y completamente inesperado: un monolito de piedra grisácea, grabada en
bajorrelieve, conocida como la Piedra de Ingá. Sus símbolos tallados
no concuerdan con ningún sistema de escritura conocido en las Américas.
http://www.astrosafor.net/Huygens/2005/53/Itacoatiara.htm
Tratando de indagar el origen de la piedra mediante
preguntas a sus guías, Coelho quedó sorprendido de que los nativos
no supiesen nada al respecto. El monolito tiene unos setenta pies de largo y
diez pies de alto. También existe una montaña en Havea que tiene
el semblante de un hombre barbado que lleva un casco cónico. Los expertos
opinan que la erosión del aire desgastó la montaña y que
la mano del hombre añadió los toques finales. Extrañas
inscripciones parecidas a las encontradas en las Islas Canarias pueden verse
en la misma montaña, y no se ha aventurado ninguna explicación
para ellas.
La Amazonia no tiene el monopolio sobre las ruinas enigmáticas. Las sábanas despobladas y las cordilleras del estado de Goias, al suroeste de Brasilia, cuentan con secretos propios: los restos de fortificaciones, esculturas colosales y paredes cuyos arquitectos permanecen en el olvido. Las estatuas ciclópeas, que se asemejan a las de Marcahuasi en Perú, representan rostros humanos y animales nativos a la región de Goias. Se considera que las estatuas forman parte de Cidade de Pedra, formada por bloques rectangulares de piedra labrada que en un entonces fueron los fundamentos de edificios. El trazado de las calles y los edificios sugiere "un Mohenjo-Daro sudamericano", en la opinión de un arqueólogo. Una pared compuesta de bloques de granito, unos trece pies de alto y cuatro de ancho, recorre toda la extensión de un valle en el fondo de la Sierra de Gales, cerca de la ciudad de Jandaia. Al noroeste de Goias se encuentra la Sierra del Roncador, cuya fama se extiende al mundo del esoterismo. Dicha cordillera, que recibe su nombre debido a los ruidos que se escuchan a lo largo de la misma, alegadamente alberga una ciudad subterránea cuyos habitantes son descendidos de los sobrevivientes de la Atlántida. El hecho es que la Sierra del Roncador contiene una enorme red de túneles, algunas de ellas lo suficientemente grandes como para alojar a miles de personas. La existencia de tales maravillas geológicas pudo haber dado origen a la creencia en una "Atlántida" Brasileña, que constituyó una parte importante de las doctrinas teosóficas sudamericanas desde comienzos del siglo veinte.
La Amazonia no tiene el monopolio sobre las ruinas enigmáticas. Las sábanas despobladas y las cordilleras del estado de Goias, al suroeste de Brasilia, cuentan con secretos propios: los restos de fortificaciones, esculturas colosales y paredes cuyos arquitectos permanecen en el olvido. Las estatuas ciclópeas, que se asemejan a las de Marcahuasi en Perú, representan rostros humanos y animales nativos a la región de Goias. Se considera que las estatuas forman parte de Cidade de Pedra, formada por bloques rectangulares de piedra labrada que en un entonces fueron los fundamentos de edificios. El trazado de las calles y los edificios sugiere "un Mohenjo-Daro sudamericano", en la opinión de un arqueólogo. Una pared compuesta de bloques de granito, unos trece pies de alto y cuatro de ancho, recorre toda la extensión de un valle en el fondo de la Sierra de Gales, cerca de la ciudad de Jandaia. Al noroeste de Goias se encuentra la Sierra del Roncador, cuya fama se extiende al mundo del esoterismo. Dicha cordillera, que recibe su nombre debido a los ruidos que se escuchan a lo largo de la misma, alegadamente alberga una ciudad subterránea cuyos habitantes son descendidos de los sobrevivientes de la Atlántida. El hecho es que la Sierra del Roncador contiene una enorme red de túneles, algunas de ellas lo suficientemente grandes como para alojar a miles de personas. La existencia de tales maravillas geológicas pudo haber dado origen a la creencia en una "Atlántida" Brasileña, que constituyó una parte importante de las doctrinas teosóficas sudamericanas desde comienzos del siglo veinte.
Como regla general, las civilizaciones no existen
en un vacío. Los estados vecinos juegan un papel crítico en sus
vidas económicas y políticas. Podemos suponer que la muralla que
recorre los pies de la Sierra de Gales representaba tal vez un muro defensivo
o línea de demarcación entre imperios antiguos, muchas veces más
allá de la esfera de influencia efectiva de dichos estados. Por ejemplo,
en el desierto del Sahara, los romanos construyeron el poderoso castellum Dimmidi
mucho más allá del limes, o frontera, de sus posesiones africanas,
junto con otros emplazamientos defensivos que aún pueden encontrarse
en Algeria y en el Túnez. Fortificaciones parecidas pueden encontrarse
en el desierto Sirio, distantes de cualquier habitación humana actual.
¿Seria posible especular, entonces, que estas ciudades brasileñas
protohistóricas pudieron haber pertenecido a un gran imperio controlado
desde la fría y lejana Tiahuanaco?
Las paredes y ruinas en el sur del Brasil no son únicas:
en su libro Not of this World, el autor italiano Peter Kolosimo atrajo la atención
de sus lectores a "la gran muralla del Perú", descubierta por
la expedición Johnson de 1930 -- un terraplén muy parecido a la
muralla de Adriano en Inglaterra. Esta muralla recorre uno de los paisajes más
agrestes de América del Sur. Junto con algunos complejos de palacios
y templos, las ruinas han recibido el nombre de "cultura Chimú",
"cultura Chavín" y otros nombres que alivian las jaquecas de
los arqueólogos. El enorme estadio o anfiteatro natural conocido como
El Enladrillado -- situado a alturas muy por encima de los cinco mil pies, cerca
de Alto de Vilches en el norte de Chile -- pertenece también al conjunto
de ruinas ciclópeas. Las dimensiones de esta estructura indican que fue
construida para seres gigantescos: para su construcción se utilizaron
bloques cúbicos de 16 pies de alto y 26 de largo. La manera en que se
transportaron dichas moles a semejante altura, cruzando los insondables valles
andinos, jamás ha sido abordada por la arqueología. Y como si
el estadio no fuese suficiente, El Enladrillado también cuenta con una
pista de media milla de largo por 200 pies de ancho, formada por 233 enormes
bloques de piedra con un peso estimado de 22,000 libras.
Marcel Homet expresó la creencia de que los
ancestros de los habitantes actuales de la Sudamérica ecuatorial y meridional
emigraron a dichas regiones debido a la destrucción de una civilización
al norte -- tal vez debido a la decadencia y caída de los constructores
de Ciudade de Pedra y otras ruinas. Homet se aventuró a decir que dicho
pueblo era de raza caucasiana en vez de mongoloide, declaración fundamentada
por la existencia de los pobladores de las tierras que circundan al lago Titicaca
y los famosos "indios blancos" de Lagoa Santa en Minas Gerais.
Entre los hallazgos criptoarqueológicos más
importantes en América del Sur figuran las extrañas pirámides
fotografiadas por un satélite Landsat en 1975. La foto mostraba la existencia
de ocho estructuras, aparentemente artificiales, localizadas a lo largo de la
falda de una cordillera en la provincia peruana de Madre de Dios. La inspección
de cerca con un helicóptero comprobó que existían doce
en vez de ocho estructuras parecidas. El rigor del entorno --nativos hostiles
y animales peligrosos-- ha impedido una inspección física del
lugar. Si se llegara a confirmar que dichas estructuras son pirámides,
resultaría casi imposible describirlas como "ruinas incaicas",
como se ha hecho con tantos otros hallazgos en la zona.
Los altiplanos del Mato Grosso también han
proporcionado restos humanos que disputan la antigüedad de la vida humana
en nuestro continente. Una tribu de cavernícolas, con conocimiento del
arco y la flecha, el cultivo y la crianza de animales, existió en Brasil
hace un millón de años -- un bofetón a la cara de las cronologías
convencionales, que indican que los humanos llegaron al continente hace 25,000
años (la cifra ha sido cambiada recientemente a 49,000 años).
El científico Maurice Chatelain sugiere una cronología aún
más heterodoxa e interesante: la ubicación del ecuador terráqueo
hace 90,000 años atravesaba vario lugares que albergan los restos de
civilizaciones perdidas -- Tiahuanaco, la Isla de Marajó, los macizos
de Hoggar y Tassili en el Sahara, el valle del Indo -- que se establecieron
en dichas zonas para escapar las glaciaciones que afectaron al hemisferio norte
en dichas épocas. El clima agradable habría resultado idóneo
para el cultivo, y el nivel reducido del mar habría facilitado también
la navegación y el comercio entre las culturas existentes. Cabe pensar
que según cambiaron las condiciones climatológicas, los focos
de las respectivas civilizaciones se trasladaron a otro sitio, o desaparecieron
por completo.
Maurice Chatelain
Las ruinas ciclópeas de América del
Sur constituyen un reto al hombre moderno, al igual que muchas otras estructuras
desconocidas en todo el mundo. Dejémosle la última palabra a Teddy
Roosevelt: "Las vicisitudes de la historia de la humanidad durante su estadía
en el continente del sur han sido tan extrañas, variables e inexplicadas...como
la historia de las formas más elevadas de la vida animal durante la era
de los mamíferos."
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