CEMENTERIO DE LA RECOLETA,
BUENOS AIRES, ARGENTINA
La bóveda de los Cambaceres
La siguiente es una de las
historias más trágicas y que más versiones tiene dentro del Cementerio
de la Recoleta. Se trata del caso de la joven Rufina Cambaceres, quien
falleció el día en que cumplía los diecinueve años, el 31 de mayo de
1902.
Rufina era hija del escritor
Eugenio Cambaceres y de la cantante italiana Luisa Bacicchi. Su madre,
viuda, tendría años después otro hijo con Hipólito Irigoyen.
Ese 31 de mayo se preparaba una
gran fiesta en la mansión familiar, en el barrio de Barracas. Los
festejos culminarían con una velada en el Teatro Opera. A la tarde una
de las sirvientas descubrió el cuerpo sin vida de Rufina. se dice que su
madre, desconsolada, decidió no velarla y que su hija fuera trasladada
directamente a la Recoleta.
En este punto es donde surgen las
diferentes veriones: una dice que el cuidador de la bóveda notó al día
siguiente que el féretro de la joven se encontraba ladeaado. Dado que es
imposible que un cajón se mueva solo, decidió abrirlo y al llegar al
cuerpo notó una expresión de terror en el rostro de Rufina: la joven
sufría de catalepsia y su familia lo desconocía, así, falleció
asfixiada. El interior del ataúd lucía todo arañado y con el raso roto.
Otra versión dice que en realidad
Rufina logró salir de su encierro después de mucho esfuerzo, y que
finalmente murió de la impresión, agarrada de los barrotes de la entrada
del cementerio.
Una tercera interpretación
menciona el hecho de que doña Luisa le solía colocar unas gotas de un
somnífero a su hija para poder salir por las noches tranquilamente con
su novio, ¡que no era otro que el pretendiente de Rufina!
Por último, otros afirman que el
féretro apareció roto por unos ladrones, que habían forzado el ataúd
para robar las joyas con las que había sido inhumada Rufina. No se
menciona en este caso el por qué de la muerte.
Hay tantas versiones como guías de
turismo cuenten la historia. Se mezcla tanto la leyenda con las
diferentes versiones que incluso se suele decir que el festejo por el
cumpleaños sería con una velada en el Teatro Colón, cuando este todavía
no se había inaugurado.
Lo concreto es que, según los
libros de inhumaciones del cementerio, Rufina falleció de un síncope el
31 de mayo, y su cuerpo ingresó a la necrópolis al día siguiente,
probablemente porque el día de la muerte ya se habían cerrado sus
puertas.
La primera versión es la que
resulta más creíble. La catalepsia es el estado en que una persona yace
inmóvil, aparentemente muerta, sin signos vitales, pero consciente. Si
Rufina se encontraba en este estado dentro del féretro es de imaginar el
sufrimiento que pasó al darse cuenta de que se había cerrado el ataúd y
no volvería a ver la luz. La joven finalmente murió asfixiada en el
cajón. Por esa razón muchos la llamamos "la joven que murió dos veces".
En la segunda hipótesis es poco
creíble la circunstancia de que se pueda romper un ataúd desde su
interior, considerando el escaso espacio. Pero, de acuerdo con el
Reglamento de cementerios de 1868, "todo individuo muerto repentinamente o con pocas horas de enfermedad será depositado en la sala de observación hasta cumplir treinta horas", justamente para prevenir un episodio como el de Rufina. Uno de los artículos indicaba que la tapa del ataúd debía cerrarse "flojamente, siendo prohibida toda clase de clavaduras".
Así suena lógico que Rufina haya podido romper la tapa del ataúd, salir
de él y morir finalmente de un infarto tomada dela reja de la puerta
del ingreso al cementerio, muy cercana en ese momento a la sala de
observación.
Lo lamentable, y cierto, fue la
muerte de la joven. Al año, el 31 de mayo de 1903, se inauguró la
escultura que ornamenta el frente de la bóveda. Fue realizada por el
artista francés Richard Aigner y fue la primera obra estilo art nouveau
que se vio en nuestro país. No solo se realizó la estatua, sino que se
cambió el féretro de la joven, que, sigamos la versión que queramos,
terminó roto. El nuevo fue realizado en mármol blanco y se puede
observar por la pequeña puerta de la derecha
En la escultura se observa un ángel intentando abrir la puerta de la bóveda, la cual NO POSEE MANIJA PARA ENTRAR.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario