¿Pueden las tormentas solares causar terremotos?
Una investigación desbarata la creencia de que las llamaradas solares potentes o las eyecciones de partículas están relacionadas con fuertes temblores en la Tierra como el de Japón de 2011
Quizás algún lector crea que la investigación realizada por científicos del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) roza lo absurdo, pero la sospecha de que una fuerte actividad solar pueda ser causante de que la Tierra se estremezca
ha sido defendida por algunos investigadores y está bastante extendida.
Lo suficiente como para que alguien se haya interesado en intentar
esclarecer el asunto. Y la respuesta es que parece que no, ni las
llamaradas solares por muy grandiosas y espectaculares que sean ni las
eyecciones de masa coronal (las partículas ardientes lanzadas al espacio
por el Astro rey) pueden provocar que la superficie del planeta se eche
a temblar. Decimos «parece» porque los autores reconocen que el
resultado de sus indagaciones no es concluyente. No han encontrado una
conexión, pero tampoco pueden poner la mano en el fuego por que esta no
exista.
Lo que sí existe es la creencia de que los terremotos
pueden activarse o ser más intensos cuando el Sol entra en una fase de
gran actividad. Un estudio publicado por el Space and Science Research
Centre en Florida (EE.UU.) hace tres años encontraba una fuerte
correlación entre la actividad solar y los mayores eventos sísmicos y
volcánicos en la Tierra. Cuando sucedió el devastador seísmo de Japón el
11 de marzo de 2011, el Sol estaba muy despierto, lo que suscitó aún
más el interés popular por este asunto.
No hay relación
Jeffrey Love, geofísico del USGS, quiso comprobar por sí mismo si algo así podía ser cierto con la ayuda del equipo científico Northwest Research Associates
y comprobó el estado del Sol el mismo día que se produjeron distintos
terremotos. No encontró un parámetro que se repitiera. «Hay algunos
seísmos como el de Chile de 1960, de magnitud 9,5, en el que había más
manchas solares y más actividad geomagnética de lo que es habitual, pero
en el de Alaska de 1964 todo estaba más tranquilo de lo normal», pone
como ejemplo Love a Universe Today.
En definitiva, algunos terremotos han coincidido con momentos de gran
actividad solar y otros no, y se han producido grandes tormentas solares
sin que la corteza terrestre se quebrara al mismo tiempo. Los
resultados, publicados en la revista Geophysical Research Letters no son concluyentes.
«Es natural que los científicos quieran ver las relaciones
entre las cosas», dice Love. «Pero eso no quiere decir que esa relación
exista realmente».
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