Dante Alighieri
Dante tituló a su poema Comedia, aunque una larga tradición iniciada por Boccaccio la ha adjetivado como Divina,
tanto por su excelsitud a los ojos del primer biógrafo de Dante como
por tratar de asuntos no terrenales. No se sabe con exactitud cuándo
comenzó Dante la redacción de la Comedia. Las palabras del autor al final de la Vita Nuova
hacen pensar en que la idea del triunfo de Beatriz más allá de la
muerte le surgió antes de ser desterrado, pero nada indica que comenzara
el trabajo de forma inmediata. Es posible que la composición tuviera su
inicio hacia 1306-1307, desde poco después de iniciar su destierro,
hasta poco antes de morir (1320), o sea, durante unos quince años.
El argumento
La Divina Comedia
relata el viaje de Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso,
guiado por el poeta romano Virgilio. El poema comienza con el encuentro
de Virgilio con Dante, que se ha perdido en una selva y tropieza con
bestias salvajes. Virgilio le confiesa al poeta que ha venido en nombre
de Beatriz, una dama virtuosa, y lo conduce por un largo viaje de
redención que comienza en el Averno: aquí, van pasando por círculos
infernales; en el primero, están "los infelices que nunca estuvieron
vivos", los niños que no pudieron recibir el bautismo antes de morir y
personas de grandeza espiritual como Virgilio, que intuyeron la
revelación cristiana. En el segundo círculo ya el Infierno se muestra
con toda propiedad: a la entrada de un pozo se halla Minos, una especie
de juez. En los círculos superiores moran los que se dejaron guiar por
la incontinencia; en los inferiores, los que respondieron a sus más
bajos instintos. Luego se describen los perversos, que al final de sus
vidas quedaron solos; los lujuriosos, vencidos por el puro placer
sexual; los avaros; los enfermos de ira, condenados a golpearse
eternamente hundidos en el fango...
La sección del
Infierno es la más conocida de todas precisamente por la altura que
cobran sus escenas monstruosas, como si asistiéramos al mal de una
manera directamente visual: por ejemplo, los estafadores nadan en una
masa hirviente de pez. El Purgatorio radica en una montaña rodeada de
precipicios, y allí las almas deben consagrarse al Bien para expiar sus
culpas y ser finalmente salvadas por Dios. Dante tiene oportunidad de
ver el ascenso del alma del poeta Estacio hacia el cielo después de
haber sido purificado. En la sección del Paraíso Dante logra la máxima
perfección espiritual: ve las procesiones simbólicas, los misterios de
la fe como la Encarnación Divina, y en una nube de flores dispuesta por
los ángeles logra ver a Beatriz (su redentora), que sube al carro de la
Iglesia.
Dante |
El tema central de la Comedia
es el viaje que realiza Dante, a lo largo del cual encontrará su propia
identidad. Pero, ya desde antiguo, el viaje representa la condición
humana, de tal forma que no sólo se trataría de la adquisición de unas
experiencias sino que además hay que buscar un simbolismo a cada una de
las etapas, a cada uno de los pasos por los que transita el caminante:
el Infierno comienza en la noche, equivalente de la desesperación; la llegada al Purgatorio se produce al alba, símbolo de la esperanza, mientras que la entrada en el Paraíso es a mediodía, como clara muestra de la salvación por la abundante luz que hay.
Partiendo
de unas coordenadas cronológicas reales (el viaje se iniciaría el año
jubilar de 1300, posiblemente la noche del Jueves Santo y duraría ocho
días), la obra se organiza sobre dos ejes esenciales, perfectamente
atestiguados en la tradición literaria anterior: los libros de viajes
(frecuentemente al Más Allá) y la literatura de visiones, aunque Dante
modifica ambos géneros y los adapta a su peculiar planteamiento. En todo
caso, Dante lleva a cabo una profunda y rica reelaboración de los
textos que le han servido de base.
La estructura
La Comedia está dividida en tres partes (Infierno, Purgatorio y Paraíso),
cada una de las cuales consta de 33 cantos, que con el canto que sirve
de introducción suman un total de cien cantos. A su vez, el Infierno se divide en 9 círculos, el Purgatorio en 9 partes y el Paraíso
en 9 cielos. Los condenados se agrupan en tres series (incontinentes,
violentos y fraudulentos). Los que purgan sus pecados también forman
tres grupos (los que siguieron un amor que les llevó al mal, los que
amaron poco el bien y los que manifestaron un amor desmesurado a los
bienes terrenales) y en el Paraíso se encuentran los seglares, los activos y los contemplativos, según el grado y tipo de amor que hayan mostrado a Dios.
El
número cien es simbólico y constituye una cantidad habitual en los
textos medievales de carácter didáctico; del mismo modo, el número tres,
base de la concepción estructural de la Comedia, también tiene
un alto valor simbólico en la numerología medieval, como muestra de la
perfección y de la unidad en la diversidad: en definitiva, sería la
interpretación numérica del misterio de la Trinidad.
El Infierno se estructura según las culpas de quienes se encuentran allí; siguiendo los mismos principios organizadores, en el Purgatorio
nos encontramos con una montaña con siete cornisas, en las que se
agrupan los condenados según sus inclinaciones pecaminosas. Al llegar al
Paraíso terrenal, Virgilio, que había guiado los pasos de Dante por el
Más Allá, es sustituido por Estacio. El Paraíso aloja eternamente
a los escogidos que se han salvado y que se agrupan, según sus
virtudes, en las nueve esferas del sistema celestial descrito por
Ptolomeo (siete de los planetas, el de las estrellas fijas y el del
Primer Motor). El Empíreo se encuentra fuera del sistema celestial y,
por tanto, resulta ajeno al paso del tiempo a la vez que encierra en sí
mismo a todos los cielos.
El bosque de las arpías (ilustración de Gustave Doré) |
Según ya se ha visto, la estructura general de la Comedia
se basa sobre el número tres, al que se le da una sentido especial,
además de conservar todas las connotaciones simbólicas sacras y
profanas. Pero la importancia de este número llega más lejos: la estrofa
utilizada es el terceto endecasílabo, es decir, una estrofa de tres
versos de once sílabas: cada estrofa consta de 33 sílabas. Por otra
parte, unas estrofas se unen a otras con un juego de rimas en el que
también se puede hablar de un indudable protagonismo del número tres: el
segundo verso de una estrofa rima con el primero y el tercero de la
siguiente, dando lugar al sistema métrico denominado terceto encadenado.
De este modo se mantiene una línea melódica y rítmica a lo largo de
todo el canto. Frecuentemente, el sentido se organiza apoyado en tres
tercetos, lo que da a estos grupos un indudable aire de silogismo (en
cierto modo, ocurre lo mismo con la estructura del soneto).
Significación de la Divina Comedia
Son tres los ejes fundamentales de la Comedia
desde el punto de vista filosófico: el cosmos, la razón y la fe, la
predestinación y el libre albedrío. El primero se resuelve con la
creación de un universo propio en el que el infierno y el paraíso se
oponen simétricamente, y entre los que se sitúa el purgatorio. Sobre el
eje de la razón y la fe se estructuran las ideas sobre filosofía y
teología: la primera tropieza continuamente con unos límites estrechos,
que son los del conocimiento humano. La teología, por el contrario, abre
en todo momento unos horizontes inabarcables e ignotos; el paso de la
una a la otra es el que convierte al poeta en poeta-teólogo, como se
manifiesta explícitamente en Paraíso, XXV.
El
tercer eje es el formado por las cuestiones relativas a la
predestinación y libre albedrío, que constituyen una de las
preocupaciones más frecuentes para los pensadores medievales, incluidos
teólogos y filósofos naturales: todos los seres, animados e inanimados,
están señalados por el influjo de los astros, que les transmiten
determinadas cualidades o virtudes, o que (según algunos) les marcan el
futuro. Al plantearse estas cuestiones, Dante no es una excepción en el
panorama medieval; y la distancia que separa esas creencias de unos
planteamientos deterministas es mínima. En efecto, si los astros marcan
el destino individual, la persona no es completamente libre en sus
actuaciones y, por tanto, no debe ser castigada o premiada. Dante acepta
el influjo de los astros en el hombre, pero a la vez considera que el
alma intelectiva (que sólo depende de Dios) es ajena a ese influjo y,
por tanto, es acreedora de la salvación o de la condena, pues decide
libremente (Purgatorio, XVI).
Como viajero por
una tierra desconocida, Dante es acompañado por sucesivos guías que son
también sus maestros en el viaje poético (Virgilio y Estacio) y en el
de la fe (Matelda, Beatriz y San Bernardo). Sólo ellos pueden llevar al
hombre, al pecador, hacia la alta meta que sigue: el proceso de
purificación espiritual exige una ayuda externa y es ése el papel que
desempeñan estos acompañantes. Los cambios de guía indican las etapas
más importantes del camino recorrido: por eso, se producen a la entrada
en el Paraíso terrenal y al final del camino por el Paraíso, cuando ya
sólo queda pasar al Empíreo para la contemplación divina. En la primera,
se hace libre el albedrío del caminante y en la segunda su alma
abandona la esclavitud. Es obvio el doble nivel de significados que hay,
en el que también participa la figura del propio Dante como viajero y
poeta. Así, los cinco guías (Virgilio, Estacio, Matelda, Beatriz y San
Bernardo) representan otros tantos grados en el proceso de formación y
perfeccionamiento de Dante, que le llevará hasta la contemplación
divina.
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