domingo, 23 de junio de 2013

La conspiración musical de los 440 Hz

La conspiración musical de los 440 Hz

musica

Hay una historia muy curiosa que circula desde hace tiempo por internet, sobre la que me habéis preguntado en varias ocasiones. Se trata de una supuesta conspiración protagonizada por un ministro de la propaganda nazi llamado Joseph Goebels, que promulgó un decreto universal en 1939 por el cuál se instaba a todo el mundo a afinar la nota musical LA a 440 Hertzios. La música afinada a esta frecuencia supuestamente provoca que la gente piense y sienta de una manera determinada y se mantenga en un desorden interno. Según esta misma teoría de la conspiración, esta frecuencia se impuso a la preferida por los músicos franceses: 432 Hz.

El LA afinado a 432hz ha estado oculto al mundo por ser el punto de balance sónico de la naturaleza.
432 Hz vibra en los principios de la media de oro PHI y unifica las propiedades de la luz, tiempo, espacio, materia, gravedad y el magnetismo con la biología, el código del ADN y la conciencia. La afinación natural a 432 Hz tiene efectos profundos en la consciencia y también en el nivel celular de nuestro cuerpo.
Toda la música que escuchamos en este momento, genera una frecuencia inarmónica con el planeta y con el organismo humano.
¿Qué hay de verdad en esta historia?
El oído humano es capaz de percibir frecuencias sonoras entre los 20 Hz y los 20 KHz. Este espectro audible lo dividimos en 10 secciones llamadas octavas. La octava es el intervalo entre dos sonidos que tienen una relación de frecuencias igual a 1:2 y que corresponde a doce notas de una escala musical cromática.
Históricamente se ha utilizado como referencia para afinar los instrumentos el LA de la tercera octava.
A partir del siglo XVI empezó a considerarse el seguir un criterio común para la afinación de los órganos de iglesia, ya que al estar cada uno afinado a una frecuencia distinta, una misma composición sonaba muy diferente según donde fuese interpretada.
Las afinaciones a frecuencias altas no eran del agrado de violinistas y cantantes de ópera. Los primeros las odiaban porque las cuerdas más finas para reproducir los sonidos más agudos se rompían muy frecuentemente, y los cantantes porque se tenían que desgañitar para alcanzar las notas más altas.
En 1859 se dictó una ley en Francia por la que todos los instrumentos tenían que afinarse a 435 Hz. Pero aun así siguieron apareciendo alternativas. Una de las más populares fue la afinación filosófica o científica. Esta afinación tenía de especial que el Do de todas las octavas era siempre una potencia de 2.
En la octava 0 el Do se corresponde con 32 Hz, en la uno con 64 Hz, en la dos con 128, en la tres 256, en la cuatro 512 y así sucesivamente. En esta afinación, el La de la octava 3 se sitúa en los 430,539 Hz, no en los 432. De hecho, históricamente, ninguna afinación ha utilizado esta frecuencia de 432 Hz.
Este valor de frecuencia de afinación (faf) de 430,539 Hz es el que hay que utilizar para que la nota Do (n=1) sea potencia de 2 en todas las octavas (o=1, o=2 …). La se corresponde con la n=10.
frecuencia notas

No sé si seréis capaces de percibir la diferencia, pero así es como suenan ambas.




Por otro lado, no hay evidencia de que Goebels fuese el que propusiese fijar la frecuencia de afinación a 440 Hz. De hecho fue la industria musical americana la que implantó un estándar de facto en los 440 Hz ya en 1926, y algunos lo empezaron a utilizar a partir de entonces en la fabricación de instrumentos. En 1936 la American Standards Assotiation (ANSI) recomendó que se utilizase esta frecuencia de 440 Hz. Posteriormente en 1955 la International Organization for Standardization (ISO) hizo lo propio.
Entonces, ¿de dónde viene este cuento de Goebels y la conspiración?
Este bulo fue publicado por primera vez en una nota del Schiller Institute, en 1991, y en la revista subsidiaria Fidelio. The Schiller Institute es un comité de pensadores que investigan en diferentes áreas, y que está ligado al movimiento LaRouche. Al igual que el político americano Lyndon Larouche, el Schiller Institute despierta grandes controversias. Acusado de antisemita, de ser una secta y de difundir bulos no me parece una fuente fiable en absoluto.
El diario español el País publicaba lo siguiente en 1986 sobre este excéntrico líder político y los organismos afiliados a su ideología:

Lyndon Larouche es un excéntrico personaje que, después de pasar por el partido comunista, militar con los trotskistas y con movimientos radicales estudiantiles en los sesenta, se ha presentado tres veces a la presidencia de EE UU y afirma ahora que la reina Isabel de Inglaterra y la banca internacional están implicadas en el tráfico mundial de droga.
Aunque para los observadores es difícil enmarcar a Larouche, que preside un extraño grupo político llamado Caucus Nacional de Comités Laboristas (NCLC), la impresión unánime es que se trata del líder de un movimiento de extrema derecha, que ha sido calificado por la ultraconservadora Fundación Heritage como “uno de los más extraños cultos de la historia de EE UU”.Su grupo, que es más que un partido, ha sido definido como una secta por el secretismo de sus actividades y su disciplinada organización; saltó el pasado mes de marzo a la atención pública cuando dos candidatos de Larouche consiguieron ser elegidos en unas elecciones primarias demócratas en el Estado de Illinois. Unos 700 larouchistas, a menudo escondidos en denominaciones en las que aparecen como demócratas, para provocar confusión, son candidatos este año en elecciones estatales y locales.
[…]
Hijo de padres cuáqueros, experto en economía, de 63 años, sostiene que la droga es parte de un plan soviético para conseguir la dominación mundial. Opina que la epidemia de SIDA es producto de las políticas discriminatorias del Fondo Monetario Internacional y defiende que toda la población debe ser chequeada para ver si sufre esta enfermedad, y los que tengan el síndrome de inmunodeficiencia adquirida deben ser sometidos a cuarentena. En la lucha anti droga, defienden los larouchistas, deben usarse los tanques.
En su paranoica visión del mundo, Larouche dice que Henry Kissinger -ex secretario de Estado norteamericano- es un topo soviético infiltrado en Occidente, lo mismo que el ex candidato demócrata a la presidencia Walter Mondale. La actriz Jane Fonda, por su oposición a la energía nuclear, mereció que Larouche lanzara pegatinas con la leyenda echar a Jane Fonda a que la coman las ballenas. El pacifista Bertrand Russell es “el peor demonio del siglo XX”.
Parece que este señor y sus expertos no escuchan mucha música afinada a 432 Hz. A aplicarse el cuento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario