El Hospital del Tórax
En la
década de los 50 el Ministerio de Sanidad decidió abrir cerca de Barcelona un
hospital que acogiera a los numerosos pacientes con enfermedades pulmonares, como tuberculosis, fibrosis o cáncer de
pulmón. Se elige Tarrasa gracias al bosque de La Pineda, cuyo aire fresco y
puro era beneficioso para los enfermos, y por su cercanía con la capital. En
1952 se inauguró y 18 años después funcionó como un hospital común hasta 1997. El
hospital contaba con 1500 habitaciones, en las cuales existía una distinción
entre la clase obrera y la burguesía. El edificio poseía dos alas principales,
nueve pisos de altura y sótanos. El recinto posee 60 000 m², si se tiene en
cuenta los edificios anexos del hospital: la capilla o el depósito de cadáveres.
Cuando el
hospital dejó de funcionar quedó abandonado. Su gran extensión y lúgubre
apariencia propició visitas de curiosos y vándalos. Y es que una macabra estadística marcó el lugar
ya que durante muchos años fue el hospital con el índice de suicidios más
elevado de todo el país. Se dice que los enfermos se arrojaban desde la novena
planta al jardín, apodado la Jungla. La estancia media de un paciente era de un
año. La lenta y dolorosa muerte de los enfermos provocaba una psicosis general
que en muchos casos acababa en suicidio. Tampoco ayudaba el hecho de que las
personas enfermas fueran “abandonadas” a su suerte en el hospital.
La
tuberculosis estaba a la orden del día y la gente temía ser infectada así que
cuando un paciente llegaba al hospital no sólo temía no salir nunca de ese
lugar sino que además tenían la certeza de que no serían visitados y que nunca
volverían a ver a su familia. Ese aura de desolación, de melancolía, de
desesperanza, sólo podía terminar en suicidio.
El hecho de que los demás pacientes
se lanzaran desde la novena planta tampoco alentaba a los compañeros más “valientes”
que tarde o temprano, con el ánimo mermado, acababan suicidándose de la misma
manera. La misma psicosis colectiva les hacía ver a la ‘enfermera de la muerte’,
una figura vestida de enfermera con una jeringuilla en la mano y que en lugar
de andar se deslizaba por los pasillos. Siempre se aparecía en las mismas
circunstancias, durante la noche sonaba un timbre en alguna de las habitaciones
que indicaba que algún paciente necesitaba ayuda, rápidamente la aparición se
deslizaba con prisa por el pasillo con la jeringuilla hacia arriba hasta,
supuestamente, entrar en la habitación del paciente que había llamado, al día
siguiente este enfermo ya no estaba.
A medida
que las visitas fueron aumentando surgieron leyendas sobre sucesos paranormales
que se produjeron dentro del hospital, que le otorgaron fama de lugar encantado
con gran actividad paranormal. En 2003, los Mossos d’Esquadra detuvieron a un
joven que había sustraído un feto conservado en formol de las instalaciones del
hospital. Este hecho hizo surgir la leyenda de que en la planta 5 se encontraba
un almacén que albergaba restos humanos.
En el año
2004 se acordó transformar el recinto en un complejo audiovisual. En 2010, el
Centro Psiquiátrico de La Pineda, que se encontraba en un ala del hospital,
tuvo que ser trasladado al centro de la ciudad. Actualmente el hospital se
encuentra totalmente remodelado.
Yo estuve
paseándome por los alrededores del antiguo hospital y aunque no encontré la manera de acercarme lo
suficiente, debo admitir que el lugar es, aunque se vea desde la distancia,
sobrecogedor.
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