viernes, 9 de noviembre de 2012

NOCHE DE TERROR

 

 NOCHE DE TERROR


Tenía 20 años, y se me ocurrió la idea de hacer una rumba en el cementerio de la ciudad. Así que invité a varios amigos y amigas para que aceptaran este reto, y asistieran a este capricho que tenía en mente de pasar una noche de farra en el cementerio. De los invitados, sólo vinieron siete, así que preparamos un termo con hielo y un reproductor de cd y a las 10 de la noche ya estábamos cómodamente instalados en una tumba tomando wisky y bailando. A las 11 de la noche ya con los tragos un poco pasados, varios de los amigos empezaron, a contar chistes, alusivos a los difuntos y uno se atrevió a llamar a los muertos para que se despertaran y vinieran a bailar y tomar con nosotros. En esta tónica nos mantuvimos por media hora mas hasta que no sé de donde apareció una chica que nos dijo con voz molesta: - ¿Qué hacen ustedes aquí? Le contesté queriéndome lucir. - Bueno mami, ya vez tripiando y gozando, de las bondades del cementerio. A la que la mujer parece que no le gustó lo que le dije y me dijo estas palabras. - Con tanto espacio para que ustedes puedan disfrutar de la vida y se vienen aquí que este lugar es campo santo – y continuó hablando. - ¿Por qué no dejan en paz al que esta en paz? A lo que yo le respondí. - Bueno muñeca, es que ¿tú eres la defensora de los muertos? ¿Por qué no te tomas un trago y te incorporas a la rumba? – y diciendo estas palabras y extendiéndole un vaso de wisky a la molesta mujer que me replicó. - Oye, retira tu vaso de mi vista y por la salud de ustedes lárguense de aquí. Cuando dijo estas palabras todos sentimos un escalofrió la mujer se expresaba con tal arrogancia que metía miedo, pero mi posición de machista me toco el honor y le dije. -

 

 Bueno, muñeca, no nos vamos, y si alguien se va eres tú, ya que no quieres bailar ni tomar, pues lárgate por donde viniste. Y diciendo estas palabras y tratando de empujar a la chica hacia fuera del sitio donde estábamos, fue cuando la mujer hizo un rugido extraño que nos asustó a todos, pero en mi el alcohol había realizado un efecto y me sentía sin miedo y le dije estas palabras. - Mierda, miren a la mujer, se le salió la cuaima o lo perra que lleva por dentro ¿será que muerde?

 

 Cuando dije esas palabras la mujer se movió hacia mi e hizo un ruido extraño parecía que los huesos le sonaban y de su garganta salió nuevamente ese rugido que nos estremeció a todos y como si nos hubiéramos puestos todos de acuerdo salimos en franca carrera dejando la mujer detrás de nosotros y creo que habíamos corrido cinco metros y la mujer estaba frente a nosotros, y nos dijo estas palabras. - ¿Qué les pasa, acaso no querían divertirse? ¿Entonces por que ase van? Si la noche es joven - diciendo estas palabras y se sonrió con una sonrisa macabra y acto seguido me extendió un brazo y me dijo. - Ven papi, vamos a divertirnos.

 

 Cuando me tocó su brazo no tenía piel alguna y quedando todos sus huesos del brazo al descubierto, un terror nos invadió a todos y tratamos de emprender la carreras pero la mujer me tenía agarrado con su brazo esquelético. Con pánico vi cómo mis compañeros se alejaban y fue cuando enfrenté la macabra realidad, la mujer me tomó con el otro brazo por el hombro y diciéndome. - ¿Qué quieres que hagamos primero? ¿Bailamos o bebemos? - Bueno, yo creo que bebemos. Diciendo estas palabras me arrastró hasta la tumba donde estábamos minutos antes y tomó una de las botellas y me dijo. - ¿Querías que te acompañara a beber? Pues mira bebo. Y llevándose la botella a la boca, se tomó un trago pero, el líquido le salía por la ropa, por lo que dijo. - Vaya, parece que tengo problemas de fuga. Y lo que vieron mis ojos jamás lo he podido olvidar. La mujer se quita la blusa de un tirón y aparece su cuerpo, un esqueleto. - Vaya, vaya, vaya, los cuerpos de hora no salen… bueno, qué tal me quedé sin carne? Fue casi lo último que pude oír y ver, ya que el extraño ser comenzó a realizar una serie de trasformaciones y yo perdí el sentido. Los cinco meses siguientes los pasé mudo de la impresión sin poder hablar una palabra de lo que me había ocurrido, y pienso y estoy seguro que nunca podré olvidar esa noche de terror, la cual me hizo aprender una lección: Hay que dejar en paz a los que están en paz.

 

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