Calendario maya: ¿cómo será el fin del mundo?
Desde una alineación con el centro de la Galaxia hasta sofisticados «softwares» numerológicos, las teorías para el fin de nuestro mundo son de lo más variadas
Estos días se habla por todas partes de un fin del mundo que, supuestamente, habrían profetizado los mayas. Pero, ¿cómo se supone que se va a acabar nuestro planeta?
Es difícil decirlo, ya que los mayas no desarrollaron una teoría final como tal,
sino que fue la influencia de otras culturas y tradiciones de tradición
escatológica (como la judeocristiana o la budista) la que provocaron
esta visión fatalista del fin de ciclo astronómico.
El texto que ha dado lugar a la interpretación aparece en la inscripción del Monumento de Tortuguero,
en el estado mexicano de Tabasco, que reza «trece b'aak'tuunes habrán
acabado (en el) día 4 ajaw 3 k'ank'iin, ello habrá ocurrido», visto por
muchos como un anuncio del fin del mundo, aunque seguramente se
refiriese al fin del ciclo del calendario maya conocido como «cuenta
larga».
A medida que se acercaba el nuevo milenio, y con
el desarrollo de las llamadas teorías New Age y el esoterismo a medida
que se acercaba el inicio de la denominada como Era de Acuario, esos
movimientos sincréticos, que recogían tradiciones culturales
occidentales y orientales, reinterpretaron el fin del calendario maya como el fin del mundo tal y como lo conocemos y el inicio de otro de mayor pureza.
En los años 90, el escritor esotérico J. M. Jenkins sugirió en varias de sus obras que el preciso calendario astronómico maya se basaba principalmente en una zona oscura de la Vía Láctea llamada la Gran Grieta (Xibalba Be, o «el camino negro»
para los mayas) y que el 21 de diciembre del 2012, coincidiendo con el
solsticio de invierno, el Sol se volvería a alinear, después de más de
5.000 años, con la intersección de esa zona, interpretada como el autor
como el centro de nuestra galaxia.
Es a través de esa teoría de la alineación entre la Tierra, el Sol y el supuesto centro de la galaxia como muchos autores justifican el fin del mundo, aunque no especifican qué será exactamente lo que pase.
Para algunos, el «eclipse» hará que el astro rey
tape el centro galáctico y, con ello, dejará de recibirse, por primera
vez en miles de años, la energía que llega directamente desde allí, algo
que, según ellos, provocaría todo tipo de catástrofes.
Los expertos niegan por completo estas teorías, justificando que, en primer lugar, no se puede determinar exactamente cuál es el centro de la galaxia
y que, en todo caso, en el caso de establecer uno, sería siempre un
punto arbitrario, ya que no se sabe exactamente dónde empieza o termina
nuestra Vía Láctea.
Y, de todas formas, atendiendo a las teorías del
conocido autor esotérico, y basándose en sus propias mediciones acerca
del centro galáctico, la pretendida alineación habría ocurrido ya en 1998, año en el que no ocurrieron mayores catástrofes de las habituales.
Las teorías catastróficas
Entre las teorías más catastróficas para este fin del mundo está la divulgada por el canal Discovery Channel a través de su documental Apocalipsis 2012, que se pone en el peor escenario posible y vaticina una conjunción de terremotos, supervolcanes, enormes tormentas solares y drásticos cambios en los polos magnéticos. Una catástrofe mortal tras otra.
Es precisamente el de los polos magnéticos
uno de los temas preferidos de los catastrofistas, basado en supuestas
observaciones que dicen que el campo magnético terrestre se está
debilitando, antesala, según los seguidores de esta teoría, de una
reversión geomagnética, es decir, del intercambio de los polos
magnéticos norte y sur provocado por una imponente erupción solar. Un
cambio que se produciría, contra cualquier lógica física, en una
instante, aunque normalmente tarde unos 5.000 años en completarse.
Por supuesto, no pueden faltar las típicas teorías de los vendedores de libros, que incluyen la colisión de un planeta (Planeta X o Nibiru), que se debería haber visto desde hace un par de años o de una invasión extraterrestre. Ninguna novedad.
Pero entre las más complejas y tecnológicamente avanzadas teorías está la de Terence McKenna,
experimentador de drogas psicoactivas como LSD, DMT o de hongos
alucinógenos, que desarrolló la denominada «teoría de la novedad».
McKenna creó un software que basaba su estructura en una secuencia numerológica
desarrollada, según la tradición, en el siglo XIII a. C. A partir de
uno de los más antiguos libros de adivinación conservados, el I Ching.
A partir de ahí, y bajo la creencia de que los eventos de un momento
concreto están relacionados con otros lejanos, introdujo los hechos
históricos y novedades de cierta importancia para la humanidad, cuya
intensidad e interconexiones eran analizadas por la tecnología que él
había creado. La gráfica resultante colapsaba precisamente en el 2012,
debido a la infinita complejidad de los hechos, lo que él interpretaba
como el fin de una era y el advenimiento de un hecho revolucionario que
cambiaría por completo el mundo. Cuando descubrió, según él
posteriormente, que coincidía con el fin de la era maya, interpretó su teoría como prueba del fin del mundo.
Los críticos argumentan la subjetividad de los
hechos que eligió McKenna como significativos y consideran que su
experimentación con drogas psicotrópicas no ayuda a considerar sus
teorías como ciertas.
En solo unas horas saldremos de dudas y, en el
caso de que finalmente no se acabe todo, podremos callar a los autores
de best-sellers, al menos hasta el próximo fin del mundo.
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