Jesse Harding Pomeroy - El Niño Psicópata
Uno
de los primeros casos conocidos acerca de niños asesinos es el del
norteamericano Jesse Harding Pomeroy, nacido el 29 de Noviembre de 1859
en el pueblo de Charleston, Massachusetts. Fue el segundo hijo de Thomas
y Ruthann Pomeroy, personas que vivían en la medianía económica de ese
entonces. Se dice que el padre de familia era un sujeto abusivo y
alcohólico, no muy diferente de la gran mayoría de hombres de su
condición. Por cualquier motivo que lo enfureciera, llevaba a sus hijos a
una cabaña donde los desnudaba y aporreaba hasta aplacarse. De estas
palizas Jesse no asimiló la idea de la buena conducta, sino una forma
pervertida del placer y la diversión. De acuerdo a los relatos de la
época la apariencia de Pomeroy inspiraba miedo. El mismo estaba
conciente de que era un sujeto diferente. Su cuerpo era muy grande para
su edad, así como su cabeza, orejas y rasgos faciales poco
favorecedores. Su ojo derecho carecía de iris y pupila, confiriéndole un
aspecto aterrador. Ni su propio padre podía mirarlo sin experimentar un
escalofrío.Como siempre ocurre, en consecuencia o a causa de ser
diferente, Pomeroy era un sujeto retraído y solitario. Nadie lo
recordaba sonriendo pero si por sus extraños ataques nerviosos que de
vez en cuando lo atacaban. Por lo tanto durante su tierna niñez
seguramente fue pasto de los niños abusadores de su barrio.En casa de la
familia Pomeroy no podía haber mascotas. De forma inesperada, aparecían
muertos. Una vez, los canarios de la señora Pomeroy aparecieron con las
cabezas arrancadas y después de que descubriera a Jesse torturando al
gato de los vecinos, se decidió que no entrarían más animales al
domicilio.
Esta
conducta violenta contra los animales forma parte de la clásica triada
fatídica observada en la mayoría de los asesinos seriales del mundo. Los
animales constituyen la experimentación del sadismo y la violencia que
en un futuro el psicópata ha de aplicar a sus semejantes.En una suerte
de lenta pero trágica evolución, Pomeroy decidió descargar sus locuras
contra nuevas presas, eligiéndolas de acuerdo a su edad, niños más
pequeños que él. El primero fue el niño William Paine que fue hallado un
día de diciembre de 1871 por dos hombres que caminaban por una calle
solitaria. Habían escuchado un lloro quedo y apagado y al acercarse a
una pequeña cabaña pudieron escucharlo con mayor claridad y al entrar
quedaron sorprendidos al ver al pequeño niño de 4 años colgar de las
manos, que estaban atadas con una cuerda suspendida del techo del lugar.
Apenas consciente lloraba Paine, cubierta su espalda de laceraciones y
fuertes moratones. No pudo denunciar a su atacante. El siguiente fue
Tracy Hayden de 7 años quien en Febrero de 1872 fue engañado por Pomeroy
para llevarlo a un lugar apartado con la promesa de ir a ver a los
soldados. Una vez apartados de cualquier distracción, procedió a
amarrarlo y a torturarlo con la misma furia que había aplicado al
pequeño Paine. Del ataque Hayden resultó con los ojos morados, los
dientes frontales partidos, la nariz rota y el torso cubierto de heridas
y verdugones. Tras este episodio la policía solo pudo enterarse que el
atacante era un muchachito de cabello castaño, escasa información como
para que las autoridades pudieran hacer algo al respecto. Luego a
mediados de Abril de 1872 Pomeroy prometió llevar al circo al jovencito
de 8 años Robert Maier y después de caminar hasta sus apartados dominios
lo sometió como acostumbraba con sus víctimas. Lo desnudó casi por
completo y mientras lo golpeaba con una vara lo obligaba a
maldecir.Maier explicó que mientras Pomeroy lo vapuleaba se masturbaba
disfrutando el sufrimiento que le provocaba. Al terminar lo soltó y le
juró que lo mataría si lo delataba con alguien. Después huyó del lugar.
La policía comenzó a actuar interrogando numerosos adolescentes de
cabello castaño. Los medios comenzaron a mostrarse nerviosos y los
padres advertían fervientemente a sus hijos no juntarse ni hablar con
extraños en la calle. Por alguna razón la descripción del sádico bribón
derivó en la de un adolescente de barba y pelirrojo. Mientras tanto el
lampiño y castaño Jesse Pomeroy escapaba con comodidad de la búsqueda
policial.El siguiente golpe, a mediados de Julio, fue contra un niño
desconocido de 7 años a quien le fue propinado el mismo tratamiento que a
los demás, es decir una feroz paliza hasta que Pomeroy alcanzó el
orgasmo. Esta vez la policía ofreció una recompensa de $500 dólares a
quien ayudara en la captura del "sádico bribón" como era llamado el
adolescente que atormentaba los niños de Boston.Poco tiempo después Ruth
Pomeroy decidió que su familia se mudara al sur de Boston. Se especula
que la señora sospechaba acerca de la posible responsabilidad de su hijo
en los recientes ataques a infantes.
Aunque
es posible que se hayan movido por cualquier motivo. Sin embargo cuando
los ataques también se escenificaron de Chelsea a su nuevo rumbo
seguramente algo debió haber pensado, pero no se sabe realmente. La
madre de Jesse siempre permaneció fiel a su hijo, y negaría las
imputaciones formuladas contra su hijo.George Pratt andaba en las calles
cuando fue abordado por Pomeroy y con al promesa de recompensarlo con
un dinero por traer un mandado lo condujo a un lugar solitario donde
comenzó su inhumano ataque. Después de atarlo y desnudarlo lo aporreó
sin misericordia con un cinturón.
Esta vez elevó el nivel
de sus atrocidades, mordiéndole un cachete y arañándolo profundamente
en la piel. Varias veces le enterró una larga aguja en diversas partes
del cuerpo. Intentó inclusive clavársela en un ojo, pero Pratt logró
colocarse en posición fetal antes que Pomeroy lograra su objetivo. Por
fortuna, el sádico bribón había saciado su sed de violencia y huyó del
lugar no sin antes morderle un glúteo al desafortunado niño. Una vez
visto el caso por las autoridades concluyeron que no podía ser obra más
que de un sujeto demente, entonces temieron lo peor, que continuara la
racha de ataques.El siguiente desventurado fue el niño de 6 años Harry
Austin con quien Pomeroy evidenció que su depravación aumentaba en
espiral, aparte de la usual paliza, esta vez empleó su navaja de
bolsillo para apuñalar en brazos y hombros a su víctima. Se disponía a
rebanarle el pene cuando fue interrumpido ante la cercanía de unas
personas. Pocos días después atacó al niño Joseph Kennedy a quien a la
vez que aporreaba lo obligaba a recitar oraciones religiosas plagadas de
obscenidades. A Kennedy le provocó una fuerte cortada en la cara con su
cuchillo y luego lo llevó a la orilla del mar para echarle agua salada
en las heridas. El chiquillo de 5 años Robert Gould fue el siguiente en
caer engañado por Pomeroy quien le había prometido llevarlo a ver
soldados, para luego someterlo cerca de una estación de trenes. Cuando
amenazaba al chico con la punta de su navaja en el cuello, Pomeroy se
dio cuenta que era observado por unos ferrocarrileros y tuvo que huir.
Para fortuna de la policía Gould aportó pistas más concretas, como que
su atacante era un joven adolescente de cabellos castaños y un ojo
totalmente blanco.A fines de 1872 la policía efectuaba visitas a las
escuelas del sistema público de Boston con la esperanza de encontrar al
sádico bribón a quien creían, pronto se convertiría en un temible
homicida. Un día de Septiembre visitaron la escuela de Pomeroy, pero el
joven Kennedy no podía identificar entre los alumnos a su atacante. Ese
mismo día que la policía había visitado su salón, Pomeroy al regresar a
su casa, decidió darse una vuelta por la estación policial y al pasar
tan cerca, fue súbitamente identificado por Kennedy quien continuaba con
sus declaraciones. No esta muy claro el porque de esta conducta pero es
muy posible que Pomeroy haya estado involucrado en una suerte de juego
del gato y el ratón con la policía. Eso ha ocurrido muchas veces con
psicópatas de ese estilo. Cuando Pomeroy pasaba, Kennedy lo alcanzó a
ver en la estación y logró hacer que la policía persiguiera al sádico
bribón que inmediatamente fue puesto bajo arresto. A pesar del intenso y
severo interrogatorio, Pomeroy se mantuvo tranquilo clamando su
inocencia en todo momento. Lo despertaron a media noche en la celda
donde había sido confinado y con la amenaza de ser encarcelado por 100
años, finalmente Jesse Pomeroy se dio por vencido. Al día siguiente fue
llevado para que todas sus víctimas lo identificaran lo cual parece ser
ocurrió sin mayor problema. Entonces lo que faltaba era que un
magistrado le dictara sentencia. Como se esperaba, su madre testificó a
favor de Pomeroy, porque no podía ser de otro modo. Cuando le
preguntaron por qué lo había hecho, solo atino a decir "no pude
evitarlo..." a la vez que agachaba su cabeza en señal de vergüenza. La
sentencia fue el ingreso a un reformatorio juvenil hasta que cumpliera
18 años, es decir la mayoría de edad. Madre e hijo psicópata abandonaron
en lágrimas la corte según las crónicas de la época.El reformatorio
juvenil Westborough se convirtió en el siguiente hogar de Jesse Pomeroy.
Aquel lugar albergaba a jóvenes infractores y a muchachos malcriados o
difíciles de tratar a quienes sus padres enviaban ahí para quitarse un
gran peso de encima. Instituciones de este tipo difícilmente reformaban a
alguien en esa época. Simplemente el hecho de encerrar bribones
peligrosos provocaba en ellos la aparición de una mentalidad salvaje y
oportunista en que los más fuertes sometían al resto.En 1917 se le
permitió juntarse con el resto de presos tras casi 40 años de
aislamiento carcelario. En un lugar así podría florecer un chico listo y
sádico como Pomeroy quien desde un principio entendió que si deseaba
salir antes de cumplir los 18 años debía demostrar una conducta
intachable. Según se cuenta, vivió la mayor parte del tiempo en soledad
pues los chicos mayores lo molestaban y los menores le trataban de hacer
saltar, conscientes del porque estaba ahí recluido. La dura rutina de
Westborough consistía en trabajos forzados y clases obligatorias
diarias. Como un interno modelo Pomeroy evadió eficientemente los
castigos y las reprimendas, pero siempre estaba al tanto de todo detalle
e incidentes cuando alguien era castigado. Tras quince meses de
encierro el comité de libertad condicional aprobó su salida. Mientras
Jesse purgaba condena, su madre hacía campaña por la liberación y
exoneración de su hijo enviando cartas a las autoridades y a quien
estuviera dispuesto a escuchar su punto de vista, sin embargo fue la
buena conducta de Pomeroy que movió a los magistrados juveniles a
liberarlo.Los Pomeroy prometieron esmerarse en la vigilancia de su hijo a
quien habían dejado vagar más de la cuenta. La señora tenía una tienda
de ropa y su hijo mayor un puesto de periódico, negocios en los cuales
emplearían al joven Jesse para que no perdiera el tiempo. A pesar de los
horribles crímenes de que se había acusado a Pomeroy, la policía
consideraba que no se debía ser muy duro y por mucho tiempo contra el
chico y que se le debía dar una oportunidad de redimirse asimismo. A
ninguna autoridad se le ocurrió informar a nadie en la comunidad donde
vivía Pomeroy, que éste había sido liberado. La gente vivía bajo la
creencia de que el sádico bribón del ojo blanco estaría bien guardado
por varios años.En 1929 fue removido de Charlestown para llevarlo a un
hospicio de la policía donde pasó los dos últimos años de su vida
enfermo y en agonía. No pasaron ni los dos meses en libertad cuando
Pomeroy atacó cuando la oportunidad se presento a la puerta de la tienda
de su mama. El 18 de Marzo de 1874 muy temprano Jesse efectuaba la
limpieza y platicaba con un empleado de apellido Kohr, de la misma edad
que Pomeroy cuando llegó la niña Katie Curran a preguntar por un
cuaderno de notas. La chica explicó que tenía un nuevo profesor y
deseaba un cuaderno nuevo. Para su desgracia la primera tienda que había
visitado no tenía ya la mercancía solicitada. Inmediatamente Pomeroy
urdió una treta para tener a la jovencita. Dijo que quedaba un cuaderno
pero manchado de tinta y que había que buscarlo dentro de la tienda,
entonces mandó al ayudante Kohr con el carnicero a conseguir comida para
las mascotas dejando libre el camino para sus obscuros deseos. La
inocente chica siguió a Pomeroy a unas escaleras que daban a un especie
de sótano en el edificio, confiada en la explicación de que abajo
también tenían una tienda. Solo al final pudo darse cuenta que había
sido engañada, pero era demasiado tarde. Fue sometida velozmente por
Pomeroy quien con su navaja de bolsillo la degolló brutalmente. Cuando
el cuerpo fue descubierto su avanzado estado de descomposición hizo muy
difícil conocer el grado de daños que había recibido. Después de
asesinar a la pequeña Katie, Pomeroy se lavó la sangre y regresó al
puesto a seguir trabajando como si nada hubiera ocurrido. El cadáver
permaneció donde lo había dejado sin que nadie notara nada extraño hasta
que la policía fue a rescatarlo.La madre de Curran comenzó a buscarla a
la hora de que la niña había salido de su casa. Su búsqueda resultó
infructuosa y con escasa cooperación de la policía quienes en todo
momento evitaron incriminar a Jesse Pomeroy en la desaparición de Katie,
a pesar de la declaración del ayudante Kohr y del turbio pasado
reciente del sádico bribón. Luego apareció un testigo que aseguró haber
visto como Katie Curran había sido introducida a un vagón de tren,
entonces la policía determinó que se trataba de un secuestro y el caso
quedó congelado.La sed de sangre de Pomeroy estaba lejos de terminarse
tras el crimen contra Katie Curran, poco después seguía en lo mismo, en
busca de algún ingenuo chico a quien engañar con la promesa de dinero,
dulces o lo que fuera para llevarlo a un sitio apartado donde asaltarlo.
Y tal iba a ser el destino del chico Harry Field a quien le prometió
unos centavos por llevarlo a una calle que dijo no saber como llegar a
ella. Una vez que dieron con el lugar, Pomeroy se tornó violento y
amenazó al chico con matarlo si gritaba. Para la enorme fortuna de Harry
ocurrió que cuando iban por la calle, un rapazuelo vecino de Pomeroy
apareció en el camino y comenzaron a gritarse de un lado de la calle a
otro, ese momento fue aprovechado por Harry para huir corriendo y no
paró hasta llegar a su casa.Trágicamente el siguiente niño en caer en
las garras de Pomeroy no tuvo la misma buena suerte que Harry Field. El
niño Horace Millen se encontró con el sádico bribón en la calle y
fácilmente cayó envuelto en las tretas que siempre aplicaba para llevar
lejos a sus víctimas. Antes de eso, entraron a una pastelería por un
bocadito que felizmente iban comiendo ambos durante el camino a las
partes pantanosas y solitarias del sur de Boston. Esta vez numerosos
testigos vieron a la inusual pareja de "hermanos" caminar por las calles
y fuera de la ciudad. Una señora testificó acerca de lo extraño que
lucía el chico mayor, quien irradiaba una rara felicidad y excitación
mientras caminaba de la mano del niño pequeño quien a su vez provocó
extrañeza por sus buenas ropas que portaba.Jesse Pomeray a edad
avanzadaDe acuerdo a Pomeroy, cuando llevaba a Millen de la mano hacia
un lugar apartado casi no podía controlar sus impulsos y supo desde el
primer momento que quería asesinar al niño de 4 años. Esta vez quería
estar seguro que nadie lo interrumpiera y por eso caminaron largo rato
hasta llegar a un paraje arenoso donde se sentaron a descansar. Horace
Millen aún no se daba cuenta que la promesa de ir a ver un barco de
vapor no era mas que una excusa del sádico bribón para asesinarlo. Con
su cuchillo de bolsillo Pomeroy descargó un furioso ataque a la garganta
del inocente chico, a pesar del sangriento ataque, Millen no había
muerto y peleaba por su vida. De acuerdo al reporte del forense había
numerosas heridas de las llamadas defensivas en brazos y manos. Pero un
niño de 4 años gravemente herido no era remotamente rival de un joven
psicópata. Se contaron hasta 18 heridas en el tórax y lo más impactante
fue ver como las uñas de las manos estaban firmemente incrustadas en las
palmas como evidencia de la agonía y atroz muerte experimentada por el
niño Horace Millen. Cuando su cadáver fue lavado apareció su ojo
apuñalado también, así como heridas profundas en el escroto lo cual
indicaba el intento de castrar al niño.Unos niños que jugaban en la
playa descubrieron el cuerpo e inmediatamente avisaron a unos señores
que cazaban patos en las cercanías. Para ese entonces la familia de
Horace ya lo buscaba por todos lados y el padre de familia ya había
reportado la desaparición a la policía. Para la noche a las 9, la
familia era informada de la muerte de su hijo. Inmediatamente vino a la
mente de las autoridades el sospechoso número uno, aquel chico
despiadado que gustaba de torturar niños pero no podía ser posible que
fuera el, dado que purgaba condena en un reformatorio juvenil. Tardo
poco en que se confirmara la aterradora realidad, aquel sádico bribón
había sido puesto en libertad condicional no hacía mucho tiempo. Se
despachó una patrulla a su casa y a pesar de las airadas protestas de
Ruthann Pomeroy el chico fue conducido a la policía.Mostrando la mayor
de las tranquilidades, Pomeroy resistió el primer interrogatorio negando
conocer acerca del crimen que se le imputaba. Sin embargo no pudo
ofrecer una buena coartada, pues no tenía una explicación convincente
sobre su paradero desde las 11 de la mañana hasta las 3 de la tarde.
Luego con su habitual frialdad fue dejado durmiendo en la celda de la
comisaría. Mientras tanto los oficiales tomaron su calzado que tenía
adheridos pastos del pantano y lodillo. Con los zapatos de Horace Millen
y los de Pomeroy reconstruyeron los pasos de los chicos que los
ubicaban a ambos en la escena del crimen. Mediante yeso compararon las
huellas más grandes coincidiendo a la perfección con las suelas del
sádico bribón. Aquel procedimiento era normalmente aceptado en los
procesos judiciales de la época. Temprano al día siguiente despertaron a
Jesse y lo confrontaron con el hecho de que ahora lo podían ubicar sin
lugar a dudas en la escena del crimen y le sugirieron ir a ver el cuerpo
de Millen a la morgue. Obviamente el chico se negó rotundamente
diciendo que él nada tenía que ver con el asunto. Sin embargo una vez
puesto de frente al mutilado cadáver Pomeroy no pudo resistir la presión
y terminó por admitir su culpa. Entre sozollos admitió "Lo siento, yo
lo hice... por favor no se lo digan a mi mama!..." Los detectives le
preguntaron si sabía que iba a ocurrirle a continuación a lo que
respondió que no sabía pero que por favor lo pusieran en lugar donde no
pudiera hacerle daño a nadie. La acusación y la convicción del crimen
ocurrieron de manera expedita. Sin mayores trámites tanto la policía
como los medios habían encontrado al culpable a quienes no bajaban de
ser un monstruo de la sociedad y es que visto en retrospectiva, en
realidad lo era. El comité de libertad condicional juvenil fue
severamente cuestionado por haber liberado al sádico bribón. Tras la
detención de Pomeroy y la consecuente lapidación pública de su familia,
la señora Ruthann vio caer al suelo su tienda de ropa y sin embargo
insistía en la inocencia de su joven hijo. Ya nadie se acercaba a su
comercio a no ser para ver donde trabajaba el sádico bribón. Mientras
ella caía en desgracia económica sus rivales de enfrente ampliaban sus
negocios de modo que le ofrecieron comprar sus locales. Cuando los
trabajadores fueron a hacer las remodelaciones y adecuaciones
encontraron en el sótano el cadáver putrefacto de Katie Curran. No hubo
una sola duda acerca de la culpabilidad de Pomeroy en la muerte de la
chiquilla. Pero si resultó entretenido saber si la familia estaba
enterada al respecto. Cuando le informaron a Jesse sobre el nuevo
muertito que le cargarían encima negó toda relación con el suceso, pero
confrontado con el hecho de que su madre y hermano serían cargados con
el crimen terminó por doblarse y confesar. Paso a paso el sádico bribón
recordó los acontecimientos de esa mañana cuando la niña Curran fue a
comprar una libreta de apuntes a su tienda y de como la había conducido
abajo para poderla asesinar. No sabía porque lo había hecho, solo quería
observar su reacción. La pena impuesta a los asesinos de este tipo en
el estado de Massachusetts era la horca.En 1917 se le permitió juntarse
con el resto de presos tras casi 40 años de aislamiento carcelarioLa
defensa de Pomeroy se concentró en el crucial debate acerca de la locura
de su cliente o que simplemente estuviera mentalmente enfermo. Pero
quedó definitivamente establecido que su defendido conocía y admitía que
sus actos estaban mal, por lo que la batalla legal fue perdida sin
remedio. Jesse Pomeroy fue sentenciado a la horca, sin embargo no hubo
gobernador alguno que se atreviera a firmar la sentencia. Ya fuera por
convicción personal o por cálculo político en tiempos electorales la
decisión respecto al sádico bribón tomó mucho tiempo y continuos
aplazamientos. Y es que era muy difícil para la autoridad ejecutar a un
chico de 14 años ¡Jamás había ocurrido la necesidad de ejecutar a un
hombre tan joven en la historia penal de la nación! Todos se iban
pasando la patata caliente de mano en mano. Finalmente el gobernador
Alexander Rice tomó una decisión, tras escuchar el veredicto de un panel
de asesores quienes recomendaban la ejecución como solución final a
este molesto asunto público. Rice entonces aceptó que el castigo debía
ser ejemplar pero no la pena capital y sin publicitar su decisión,
impuso la cadena perpetua para Pomeroy, no solo eso, esta debía ser
cumplida en solitario. Era algo así como enterrar vivo al sádico
bribón.Durante su encarcelamiento la única persona en visitar a Jesse
Pomeroy fue su madre mes tras mes, hasta que ella murió y nadie más fue a
visitarlo de nuevo. Comía solo y se ejercitaba en un patio sin que lo
acompañara nadie. Le era permitido bañarse unas cuantas veces y le era
abastecida su celda con abundante material de lectura. Pronto su mundo
fue un cuarto de acero y concreto condición en el cual permaneció por 40
años. Durante este tiempo estudio varias lenguas pero jamás tuvo la
oportunidad de practicar ninguna realmente. Mucho tiempo trató de
planear una huida. Inclusive escarbó la pared hasta llegar a la tubería
del gas tratando de volar la puerta de su celda. Hay quienes aseguran
que no trataba de huir, sino de terminar con su propia vida. En 1917 su
castigo fue disminuido y se le permitió integrarse a la población
general de la prisión. A veces resurgía su nombre en periódicos y de vez
en cuando algún reportero preguntaba sobre su actual condición. Cuando
fue puesto con los demás disfrutaba como nadie saberse aún celebre por
las atrocidades cometidas hacía cuatro décadas. Pero luego pasó el
tiempo y los nuevos internos nada sabían acerca del viejo Pomeroy. En
1929 fue sacado de Charlestown para llevarlo a un hospicio de la policía
donde pasó los dos últimos años de su vida plagado de enfermedades y en
franca agonía. Su deseo final fue ser cremado y que sus cenizas fueran
esparcidas a los cuatro vientos. Jamás mostró remordimiento alguno por
sus víctimas.
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