Las Meigas
Las Meigas, son las personas de poderes extraordinarios o mágicos y que pueden pactar con el diablo.
En
Galicia se emplea con más precisión la palabra meiga que la palabra
bruja. Las meigas son criaturas viejas, grandes y ruines, que
generalmente vuelan a caballo de una estaca de las que se usan en los
laterales de las carretas o carros (llamadas estadojo). Se dice que hay
un gran número de ellas, cada una dedicada a ocasionar un mal diferente.
Las llamadas meigasm-chuchonas (o chupadoras) son las peores y se
presentan con distintas caras o caretas.Para defenderse de ellas y de
sus hechizos existen otros tantos amuletos que pueden colocarse en las
casas o colgarse del cuello del afectado, al tiempo que se escriben o se
recitan unas frases especiales para atacar el encantamiento. Los
amuletos son conocidos en Galicia desde tiempos pretéritos, fabricados
con distintos materiales (barro, azabache, cerámica), y cada uno tiene
asignado su nombre específico. La figa (higa) es uno de los más
antiguos, especialmente recomendado contra todas las meigas. Uno de los
amuletos más recientes es el llamado virandeira que sirve para
defenderse de los automóviles y de sus conductores.La palabra meiga
viene del latín magicus y se emplea en Galicia y en las provincias de
León y Asturias, (sobre todo en Galicia), con el significado de "persona
de poderes extraordinarios o mágicos y que puede pactar con el diablo".
En muchos aspectos son el equivalente a las brujas.El meigallo es el
hechizo; para librarse de él se pronuncia esta sentencia, o
"Desconjuro": "¡San Silvestre! "Las Meigas Podían transmitir la rabia
con un solo mordisco de su boca desdentada, y tenían el poder de dañar
sólo con su mirada tanto a personas como a animales, era lo que se
conocía como "mal de ojo". Su actividad es mucho más intensa en las
noches de San Juan y san Silvestre. En ésta última, al sonar las doce
campanadas del cambio de año, suele arrojarse un cubo de agua por la
puerta, al grito de "¡San Silvestre, meigas fora!", lo que asegura un
año libre de "meigallos".La Inquisición persiguió durante mucho tiempo a
las meigas o brujas, no sólo en el reino de Galicia, sino también en
toda España y en Europa. En los interrogatorios, se utilizaban terribles
torturas para obtener una confesión satisfactoria de la acusada, que la
mayoría de las veces acababa con sus huesos en la hoguera.
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