La Santa Inquisición
En un primer momento, la Inquisión centró sus actividades en descubrir y acabar con los judíos y los falsos conversos, por lo que su marco de actuación se limitó a Sevilla y Córdoba, donde había sido localizado el foco de conversos judaizantes. Posteriormente se amplió a todos los reinos de Castilla.
Los motivos de esta feroz persecución fueron varios, a saber:
1-Lograr la unidad religiosa, por supuesto católica.
2-Acabar con la poderosa minoría judeoconversa que chocaba frontalmente con los intereses de la Iglesia. Fueron procesados miembros de familias influyentes, como Santa Fe, Santángel, Caballería y Sánchez.
3- Financiación económica. A los detenidos se les confiscaban todos sus bienes, que pasaban a formar parte de las arcas reales.
A pesar de todo lo dicho, la “Santa” Inquisión es tristemente conocida por su especial relevancia en los procesos contra la brujeria. El modo de actuación era el siguiente: Tras la misa del domingo, el inquisidor leia un edicto, donde se explicaban las posibles herejías. Entonces se animaba a los ciudadano a acudir voluntariamente a confesar sus culpas ante los inquisidores, dando un plaza de un mes aproximadamente para hacerlo, y que se denominaba “edicto de gracia”, (posteriormente sustituidos por los ”edictos de fe” y suprimida la confesión voluntaria) ya que el que así lo hacía, gozaba de la benevolencia de los inquisidores a la hora de dictar sentencias. Sin embargo, el aspecto más importante no era éste, sino conminar a las gentes a denunciar a cualquier persona sospechosa de herejía, de esta forma, la inquisición tenía a su disposición una fuente inagotable de informantes. Esto dió lugar a innumerables acusaciones falsas, ya que se aprovechaba tal circunstancia para acusar por celos, venganzas, envidias….se dieron muchos casos de gente denunciada incluso por sus propios familiares. La acusación era anónima, y el acusado no tenía derecho a conocer ni al acusador ni el delito del que se acusaba. La persona era detenida y metida en prisión, a veces hasta 2 años, antes de ser revisado su caso. Mucha gente moría en prisión sin saber siquiera de que había sido acusada. Por supuesto, todos sus bienes pasaban a engrosar las maltrechas arcas reales.
La confesión era arrancada por medio de tortura. Los métodos más empleados eran la «garrucha» -consistente en colgar al reo del techo con una polea con pesos atados a los tobillos, ir izándolo lentamente y soltar de repente, con lo cual brazos y piernas sufrían violentos tirones y en ocasiones se dislocaban- la «toca» – consistente en introducir una toca o un paño en la boca a la víctima, y obligarla a ingerir agua vertida desde un jarro para que tuviera la impresión de que se ahogaba- y el potro, instrumento de tortura más utilizado y que consistía en atar al desdichado en una tabla provista de poleas y un torno. Cuando el torno giraba, tiraba de las extremidades en sentidos diferentes, dislocándolas o incluso desmembrándolas.
Una bruja arrepentida, inició las acusaciones ante el vicario de Zagarramurdi, denunciando a sus cómplices y a sus propios padres. De esta forma, la Inquisición de Logroño empezó una rápida investigación, en el transcurso de la cual, más de 300 personas fueron inculpadas. En este auto de fe del total de inculpados salieron 53 sentenciados: 21 con insignias de penitentes, 21 con sambenitos con aspas de reconciliados, 5 estatuas de difuntos, y 6 con sambenitos y corozas de relajados. De los 53, 29 lo fueron por delitos de brujería.
En fin, que fuera como fuera, la Inquisición es un triste episodio de nuestra historia, vergonzante como pocos para la Iglesia, la cual tuvo que pedir perdón por los hechos acaecidos, aunque bien tarde llegó esa disculpa.
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