domingo, 2 de junio de 2013

ARQUEOLOGÍA NUCLEAR

ARQUEOLOGÍA NUCLEAR: Las huellas de un pasado reciente.


Supongo que es habitual que al hablar de Arqueología lo primero que nos venga a la mente es su definición tradicional, ciencia que se dedica al estudio sistemático de restos materiales de la vida humana ya desaparecida. Pero las definiciones cambian, podríamos por tanto decir que ésta otra se ajusta bastante mas al tema que quiero presentar hoy:
La arqueología (del griego «ἀρχαίος» archaios, viejo o antiguo, y «λόγος» logos, ciencia o estudio) es una ciencia que estudia los cambios que se producen en la sociedad, a través de restos materiales distribuidos en el espacio y contenidos en el tiempo.
La investigación arqueológica ha estado relacionada fundamentalmente a la Prehistoria y a la Antigüedad; sin embargo, durante las últimas décadas la metodología arqueológica se ha aplicado a etapas más recientes, como la Edad Media (arqueología medieval), la Edad Moderna (arqueología postmedieval) o el periodo industrial. En la actualidad, los arqueólogos dedican ocasionalmente su atención a materiales actuales, investigan residuos urbanos, con lo que está naciendo la denominada arqueología industrial. 
El pasado mes de enero se cumplieron 60 años de la primera prueba nuclear realizada en el desierto de Nevada. El Departamento de Energía de los EEUU cuenta con un equipo de arqueólogos que periódicamente entra en la zona para trabajar sobre las ruinas y catalogar los restos que quedaron tras estos primeros experimentos.



Un milisegundo después de una detonación nuclear a 100 metros del suelo en 1952 durante la operación Tumbler-Snapper.

El Departamento de Energía, considerando que estas primeras pruebas se podrían catalogar como suceso histórico relevante para la historia del hombre, estimó que era importante empezar a documentar el material que aún existía, teniendo en cuenta que estos restos nucleares estaban desapareciendo. La última inspección de la que se tiene conocimiento se produjo a finales de diciembre de 2010, cuando pudieron estudiar varios túneles usados para las explosiones subterráneas. Estas incursiones tienen como objetivo catalogar estos restos y protegerlos como parte del patrimonio histórico de EEUU.


Operario entre los restos dejados por una explosión nuclear. Operación Doorstep, 1953.

Hay una serie de fotografías que se convirtieron en icono de aquellos primeros ensayos; muy conocidas son aquellas en la que se puede ver a una familia de maniquíes en actitud de estar realizando todo tipo de tareas cotidianas: reunidos frente a un televisor, sentados a la mesa esperando la hora de la comida o cena, acostados en sus camas….. resulta curioso saber que dichos maniquíes están en una lista de objetos que buscan estos arqueólogos nucleares. Escondidos en un búnker en algún lugar bajo el desierto de Nevada, aún no han dado con su paradero.



“La primera vez que caminé por este lugar”, comenta la doctora Beck,“me resultó sobrecogedor darme cuenta de que las pruebas nucleares tuvieron lugar sobre el suelo que yo estaba pisando. Hay muchas estructuras reconocibles, los restos de un puente, refugios, edificios subterráneos… Ver los efectos de las detonaciones sobre estos lugares hace que comprendas mejor lo que aquí pasó”.
“La mayor parte del tiempo te sientes como un aventurero”, explica el arqueólogo William Gray Johnson, quien trabajó durante años en la zona junto a Beck, “pero algunas veces sentías un poco de miedo”. “A menudo”, recuerda, “debíamos llevar protección especial, al entrar en algunos refugios íbamos completamente cubiertos y con un respirador”, además del contador Geiger para medir los niveles de radiactividad.
Colleen Beck y Bill Johnson formaron parte del equipo de arqueólogos del Departamento de Energía que inspecciona periódicamente el lugar que el ejército de EEUU eligió para realizar sus pruebas nucleares, el Nevada Test Site. Los militares construyeron casas, búnkers, granjas y refugios durante mas de cuarenta años para comprobar los efectos de las bombas sobre distintas superficies y materiales.


Entre 1951 y 1992, se realizaron aquí 928 pruebas nucleares. Existen numerosos vídeos de estas pruebas que muestran las típicas grandes nubes en forma de hongo, edificios hechos añicos y maniquíes pulverizados, pero las bombas nucleares no desintegraron todo a su paso.
“Un refugio con las paredes desgajadas, como si se hubiera derretido y vuelto a congelar, cúpulas de aluminio rajadas, un puente retorcido que no lleva a ninguna parte… Así es la arqueología de este campo de batalla de la guerra fría que fue el Nevada Test Site”, asegura Johnson. “Los proyectos arqueológicos”, relata, “incluyen docenas de investigaciones en áreas y estructuras, edificios y objetos que sobrevivieron a las pruebas”. En el último inventario realizado sobre el lecho de un lago seco conocido como Frenchman Flat, Johnson y su equipo registraron 157 estructuras asociadas con pruebas atmosféricas, muchas más de las que esperaban encontrar.
“La cosa más horrible que vi allí”, recuerda Johnson, “fue el cráter Schooner. Aunque estaba bastante lejos de donde me encontraba, probablemente a varios kilómetros, parecía una herida en la tierra. Hay piedras del tamaño de una casa alrededor del cráter”.
A lo largo y ancho de todo el Nevada Test Site se pueden encontrar grandes bobinas de cable vacías, caballetes, cuerdas, las cajas en las que guardaban a los animales para los experimentos, clavos… y un montón de tuberías y cables que penetran en la tierra hacia los túneles donde se practicaban las pruebas subterráneas.
En ocasiones se construían estructuras gemelas a diferentes distancias, para comprobar los efectos de la explosión


El cañón atómico M65 dispara una bomba nuclear en medio del desierto en Nevada el 25 de mayo de 1953 (Foto: Departamento de Defensa de EE.UU.)

Un lugar curioso dentro de este campo de pruebas era el llamado el “poblado japonés”, un conjunto de casas construidas para medir los efectos de la radiación sobre una población similar a la de Hiroshima y Nagasaki. El proyecto BREN (Bare Reactor Experiment) incluía la construcción de una torre de madera de 465 metros sobre la que se colocó un reactor nuclear. A unos 700 metros de aquella estructura se dispusieron una serie de casas construidas con los mismos materiales y disposición que las casas típicas japonesas en las que se introdujeron maniquíes y medidores de radiación.
De las casas japonesas sólo quedan ahora dos esqueletos de madera….
Movidos por el afán de realizar pruebas cada vez más realistas se llevaron a cabo operaciones complejas como la CUE, en mayo de 1955, para la que se construyeron cinco tipos diferentes de casas, varias torres de radio y depósitos de combustible, se colocaron caravanas y camiones, y se dispusieron filas de maniquíes para comprobar los efectos de la onda expansiva y las radiaciones de una bomba de 29 kilotones. El oficial Ernie Williams, que ahora tiene 80 años, recuerda que encontraron algunos maniquíes a casi un kilómetro de la zona cero y que el calor había trasferido los dibujos del vestido a su ropa interior.






Destrucción completa de la Casa N º 1, ubicada a 3.500 metros de la zona cero, por una explosión atómica el 17 de marzo de 1953, en Yucca Apartament (Nevada Test Site). El tiempo desde la primera hasta la última imagen fue de 2,3 segundos. La cámara se situó dentro de una caja de plomo de 2 pulgadas para protegerla de la radiación. La única fuente de luz fue la de la bomba. En el primer fotograma se ve la casa iluminada por la explosión, en el segundo la energía que irradia ha prendido fuego, y los fotogramas restantes muestran el resultado de la rápida desintegración de la casa por la onda expansiva.(EE.UU. Departamento de Defensa)


Observadores de la OTAN miran la explosión de la Operación Plumbbob Boltzmann el 28 de mayo de de 1957 (Foto: National Nuclear Security Administration / Nevada Site Office)
“Los restos de aquel lugar”, explica la arqueóloga Colleen Beck, “se conocen ahora como Survival town (el pueblo de la supervivencia)”. Hoy día se conservan dos casas de dos plantas, una de ladrillo y otra de madera, que se ven a una distancia de kilómetros. Hay otros quince edificios dispersos por la zona, sin puertas ni ventanas como consecuencia de la explosión. Pero la zona más castigada por las bombas se encuentra al norte del desierto, un lugar donde se realizaron tantas pruebas que recuerda a la superficie de la Luna. De hecho, los cráteres son tan similares que hasta once astronautas probaron sus trajes y sus equipos aquí antes de viajar a nuestro satélite. “Una de las pruebas de la Operación Plowshare”, relata Beck, “creó un cráter tan grande que los astronautas de las misiones Apollo lo utilizaron para entrenar dentro”.
Se refiere al cráter Sedán, que tiene alrededor de 400 metros de diámetro por 100 de profundidad y es visible desde la órbita de la Tierra.
El (Sedan Crater) cráter Sedan es una formación resultado de una prueba nuclear subterránea llevada a cabo en julio de 1962 para propósitos civiles. Las pruebas se condujeron en Yucca Flat en el sector conocido como Área 10 como parte de la operación Plowshare conducido por el Lawrence Livermore National Laboratory.





Cerca del cráter Sedan se encuentra uno de los objetos más peculiares de este lugar. Se trata de una enorme estructura metálica y cilíndrica que aún puede verse en la llanura del Yucca Flat.
“Es tan rara”, dice Beck, “que no se parece a ninguna otra cosa, así que es difícil de describir”. En un experimento llamado Huron King, esta especie de locomotora se colocó sobre una de las detonaciones y en su interior se simularon las condiciones del espacio y se investigó cómo funcionarían las comunicaciones por satélite en un entorno nuclear. Los arqueólogos la han examinado, pero no se puede acceder a su interior.




Aunque las más espectaculares eran las pruebas atmosféricas, la mayor parte se hicieron bajo tierra.
“En Rainier Mesa, al norte del Nevada Test Site”, explica Beck, “se construyeron unos 390 túneles horizontales entre 1951 y 1992 y se llevaron a cabo 67 pruebas nucleares. Los túneles se construían con la anchura suficiente para que pudieran circular por ellos personas y equipamiento. También hay centenares de túneles verticales en los que se hicieron unas 600 pruebas”.
Como resultado de tantos años de pruebas tenemos un pequeño laberinto de túneles bajo el desierto, un entramado de conducciones y refugios que aún guarda muchos de los equipos que se emplearon para las mediciones.
En el año 2001 Johnson y su equipo descendieron hasta el búnker de Fizeau, situado bajo una antigua torre de radio en la que los militares detonaron una bomba de 11 kilotones en septiembre de 1957. Llevaban equipos de respiración y trajes protectores, y comprobaron que, aunque la explosión había dañado el refugio en buena medida, al menos tres equipos de medición estaban intactos, con los datos registrados 40 años atrás.

Hoy en día los recuerdos del Nevada Test Site se han convertido en una especie de “negocio”. Algunos de los objetos encontrados y clasificados por estos arqueólogos son expuestos en el museo atómico de la ciudad, y los turistas pueden acceder a algunas zonas restringidas, como el Survival Town y sus alrededores.
Aún así, ambos tienen claro que su labor como arqueólogos “nucleares” servirá para conservar un patrimonio muy valioso. “Lo más importante”, opina Bill Johnson, “es que las futuras generaciones podrán ver el increíble poder destructivo de las bombas nucleares. La gente puede ver la destrucción en películas, pero ver su efecto real sobre edificios, estructuras y paisajes es mucho más impactante”. Para Beck, en cambio, las futuras generaciones “se sorprenderán de lo que los científicos fueron capaces de hacer con una tecnología que ellos considerarán antigua”. “Me encantaría estar ahí para ver qué dicen”, asegura, “y me imagino que aún estarán debatiendo los pros y los contras de las armas nucleares”.

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