Había una vez un pueblo llamado Mengollo…
Mengollo,
situado en Quirós (Asturias), se convirtió en un pueblo fantasma en
1854. En esta entrada os contamos el misterio que rodea a la muerte de
todos los habitantes de este pueblo asturiano.
Abril de 1854: tras meses sin visitar el
pueblo por el temporal de nieve y frío que dejaba en todos los inviernos
a Mengollo prácticamente aislado, el párroco de Casares volvió al
pueblo. No le hizo falta entrar a él para percatarse de que algo había
ocurrido: un tenebroso silencio era el protagonista y las calles de
Mengollo estaban vacías.
El
silencio del pueblo se debía a que todos sus vecinos estaban muertos.
El párroco les encontró sin vida en sus viviendas y calles. El cura,
asustado, acudió al pueblo más cercano para avisar de la tragedia. Las
autoridades y los vecinos de las localidades cercanas acudieron a
Mengollo con el fin de inspeccionar el lugar y conocer la causa de tal
desgraciado suceso. No encontraron signos de violencia en los cuerpos
sin vida y, después de muchas suposiciones, llegaron a concluir que la
muerte podía deberse al consumo de pan (también se encontró un cerdo
muerto con restos de pan en su estómago): la salamandra pudo envenenar
el agua con que se elaboró la masa del pan, aunque también se señaló que
puedo haber sido consecuencia de una planta venenosa, con el que se
elaboró el bollo, que crece entre la escanda y estaba mal cribada. En la
Semana Santa era de costumbre elaborar pan de dulce y éste fue
consumido por todos los habitantes.
Las ruinas de tres casas son los únicos
vestigios que quedan de este pueblo. Una fosa común albergó los cuerpos
sin vida de sus habitantes y las autoridades decidieron quemar el pueblo
para evitar todo peligro de infección. Mengollo se convirtió en un
pueblo fantasma, rodeado de maleza, en el que el misterio sobre la
muerte de sus vecinos reina.
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