El Dorado
Se conocía como El Dorado a un lugar mítico situado en América del Sur en el que habría una gran ciudad con calles de oro
e inmensas riquezas. Muchas expediciones llevadas a cabo por
exploradores y conquistadores europeos se iniciaron en la búsqueda de
este lugar que jamás fue encontrado, ya que sólo existía en las cabezas
de aquellos que fantaseaban con la idea de la riqueza inmediata.
Tras muchos intentos por llegar a El Dorado, se estimó en torno a 1560 que éste debería situarse en torno a la laguna de Guatavita. Pero allí no había ni rastro de una ciudad de oro. En 1801, Alexander von Humbdoldt
llegó a la laguna, donde pudo comprobar que El Dorado nunca existió, y
elaboró la historia de la leyenda desde el punto de vista científico.
La Leyenda:
No se sabe muy bien cuando empezó la leyenda, pero se cree que fue durante la expedición que Gonzalo Jiménez de Quesada realizó en el sur de la actual Colombia en torno a 1541, donde los muiscas, una tribu chibcha, hablaban de algún tipo de ritual solar con mucho oro. Estaban refiriéndose a la “ceremonia del indio dorado”, pero los hombres de Jiménez de Quesada pensaron en una ciudad de oro.
Hay otras posibles fuentes de la leyenda, pero todas se basaban en la misma historia del indio dorado.
Ceremonia del indio dorado:
Al parecer los muiscas cubrían a su cacique con resinas para adherirle después polvo de oro y piedras preciosas en un ritual de adoración al Sol
y al propio rey de la tribu. El rey, cubierto de oro, se adentraba
dentro de la laguna y se sumergía en ella, quedando en la superficie una
mancha dorada. Acto seguido los aldeanos, llegados
desde todos los territorios donde regía el cacique, arrojaban al fondo
del lago oro y gemas.
A este rito se le conoció como la ceremonia del indio
dorado o del hombre dorado, que con el tiempo se quedó con el nombre de
El Dorado. No se sabe con exactitud para qué se hacía el rito. Se
piensa que podría ser el rito iniciático de coronación
del cacique o un rito anual de ofrenda al Sol como Dios. Lo cierto es
que este rito cierto e histórico, llevó a una leyenda que no tenía nada
que ver con la realidad.
La laguna de Guatavita:
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Desde que se difundió la leyenda de El Dorado, muchos
han sido los visitantes de la laguna en busca de sus supuestos y
preciados tesoros. La idea de que debajo de la laguna se encontraba una
ciudad de oro llevo a muchos exploradores, ya desde el siglo XVI, a
intentar drenar el agua de la laguna para extraer sus tesoros.
Hoy en día, se puede apreciar una gran zanja cerca de su orilla,
muestra evidente de esos drenajes del pasado. Lo cierto es que debido a
la ceremonia del indio dorado, cada vez que se ha efectuado alguno de
estos drenajes se ha extraído una cantidad considerable de oro, aunque
en ciertas ocasiones, como el último gran intento de desecar la laguna
en 1912, costó 16 veces más que lo que se pudo extraer de ella.
En 1965 el Gobierno colombiano prohibió los drenajes en la laguna
al declararla lugar histórico.
Pero esto no impidió que se siguieran buscando tesoros en los
alrededores. En 1969, unos agricultores encontraron en la localidad de Pasca una figura de oro llamada “La Balsa Muisca”. Se supone que la figura era una representación de la ceremonia del indio dorado que hoy se puede observar en el Museo del Oro de Bogotá. La figura parece tener unos 700 años años.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4c9hJ5zhrjyNI7_vAJ8XMuUagSfczclgcmwlIvu919qr635t3OBWNSe6S3zLG7F06uaT-qrQ8IhLG-lcTYrFDqxiXIhW7n5k27xTB3qNMFTxm55BSPpdE1u6WUR62bjTv_T7crkqJGNd7/s200/balsamuisca.jpg)
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