La leyenda de la Santa Compaña
¿Alguna vez has visitado Galicia? Si lo has hecho,
podemos coincidir en que es una tierra diferente al resto de España. Tiene un “no
sé qué” que la hace especial, misteriosa, casi mágica podríamos decir. Resulta
evidente que se distingue de otros lugares por sus frondosos bosques de clima
oceánico y sus edificios de piedra, pero es sobre todo su cultura la que llena
este rincón de nuestro país de un gran encanto, muy seductor para los amantes
de las tierras enigmáticas y llenas de leyendas inquietantes.
Hoy os traigo una de las más interesantes y
terroríficas creencias de esta cultura popular gallega. Se trata del mito de La
Santa Compaña, leyenda que se extiende por varios puntos de nuestra geografía,
donde recibe otros nombres y se cuenta de forma un tanto diferente, pero
especialmente arraigada en el folclore galaico.
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Representación del mito de la Santa Compaña |
¿Qué
es exactamente la Santa Compaña?
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La Santa Compaña es una comitiva de almas en pena en una doble hilera |
Estas distintas versiones coinciden en lo esencial:
la Santa Compaña consiste en una procesión de almas en pena, ataviadas con
túnicas blancas, que van descalzos y portando cirios, avanzando por un camino
en una doble hilera. A la cabeza de esta siniestra comitiva va un vecino o vecina del pueblo, vivo, que
lleva una cruz y un caldero con agua bendita, y también forma parte del grupo
un campanillero. Se dice, además, que el que presencie este funesto desfile
morirá en el plazo de un año.
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...encabezada por un vivo portando una cruz |
A partir de este tronco común, empiezan a surgir
pequeñas variantes y añadidos, según el pueblo donde se cuente la historia, que
completan la descripción de este suceso. En unos casos, se afirma que este
séquito va cerrado por el vecino que va a morir, mientras que en otros, la
Compaña se detiene delante de la casa del supuesto futuro difunto, o incluso
penetrar hasta la habitación del mismo, colocándose a los pies de su cama. Una
de las distintas y minoritarias versiones habla de que la Compaña lleva consigo
un ataúd donde ha de yacer (o donde ya yace) el difunto, siendo incluso la
persona que ve la hilera de almas, y su cuerpo astral el que va en el ataúd.
Finalmente, una de las versiones más populares relata
cómo el que encabeza la espeluznante aparición llevando la cruz, condenado a no
mirar atrás, es el que va a fallecer, ya que noche tras noche es arrastrado por
la Santa Compaña, sin que recuerde nada de lo ocurrido a la mañana siguiente,
de tal manera que es su propio noctambulismo el que lo consume, hasta que
perece sin que nadie sepa cuál es la naturaleza de su “enfermedad”. Esta
alternativa de la historia suele venir acompañada de la creencia en que esta
persona se salvará, si la procesión se topa con algún desgraciado, al que el
vivo pueda ceder la cruz y que, por tanto, lo relevará.
¿Cómo
reconocerla?
A pesar de la descripción que se ha dado, no todos
los vivos pueden ser testigos de esta visión, pero sí pueden notar su
presencia. ¿Cómo? Se dice que el olor a cera, los rezos y cantos fúnebres que
entonan las ánimas, el viento que se levanta a su paso, el sonido de la campana
que van tañendo y los animales, los cuales se asustan (como en la mayoría de
apariciones fantasmagóricas, los perros ladran o aúllan), son señales de la
presencia de la Santa Compaña.
¿Dónde,
cuándo y por qué?
Este mito habla de la Santa Compaña como una
procesión que aparece en las encrucijadas de los caminos, cerca de cementerios
y parroquias. Normalmente se manifiesta de noche a partir de las doce y con
mayor incidencia en noches “especiales”, como son la noche de Todos los Santos
(entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre) o la Noche de San Juan (del 23 al
24 de junio).
Los motivos de la macabra aparición son varios:
- Para reclamar el alma del que presencia la aparición o de un conocido. La creencia más arraigada es que el que recibe la visión de la Compaña morirá en el plazo de un año.
- Para recriminar a los vivos los pecados cometidos. Si este es grave, la persona en cuestión, el mortal que lo haya cometido puede ser reclamado por la Compaña para vagar con ella hasta que otro lo reemplace.
- Para cumplir una pena impuesta por alguna autoridad del más allá.
¿Qué
hacer en caso de encontrarse con la Santa Compaña?
La leyenda de la Santa Compaña va acompañada de
relatos sobre cómo librarse del aciago destino que espera al que se cruce en su
camino. Algunas de las medidas que hay que adoptar son:
- Trazar un círculo en el suelo con la estrella de Salomón o una cruz dentro y entrar en él. Lo más efectivo es dibujar el círculo con una rama de olivo.
- Comer algo que la persona lleve encima, pero nunca, NUNCA comer de lo que ofrezcan las almas de la procesión.
- Tenderse boca abajo dentro del círculo trazado y rezar ahogando las fantasmales voces de la Compaña.
- Jamás aceptar una vela que nos tienda algún difunto de la procesión, pues este gesto condena a formar parte de ella.
- En último caso, echar a correr muy rápido.
- Por último, se supone que podrá escapar de las garras de la Compaña aquel que se halle en los peldaños de algún cruceiro, una cruz de piedra situada mayormente en los cruces de caminos y especialmente abundantes en Galicia, o aquel que porte una cruz consigo.
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Los cruceros (cruceiros en gallego) son uno de los principales símbolos en el rural gallego, también presentes en otros países como Portugal, Reino Unido, Irlanda y Bretaña (Francia) |
¿Cuál
es el origen de este mito?
La leyenda relatada mantiene, como un gran número de
creencias gallegas, una continuidad con tradiciones procedentes del folclore
europeo y que fueron expandiéndose a distintos puntos del continente, entre
ellos, Galicia, con los movimientos migratorios de los pueblos indoeuropeos y
germánicos.
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Representación de la Cacería salvaje en 1872 por el pintor noruego Peter Nicolai Arbo |
Por un lado, se cree que el relato de la Santa
Compaña puede tener origen en otro de la mitología europea, el mito de la
cacería salvaje, que entraría a la Península Ibérica por medio de las
invasiones de pueblos germánicos durante la Alta Edad Media. Esta tradición
europea consiste en una comitiva espectral de cazadores acompañados de
caballos, perros rastreadores, etc., a través de los cielos o por la tierra.
Era esta un augurio de alguna catástrofe, como una guerra, pero también, al
igual que la Santa Compaña, una premonición de muerte del que contemplaba el
aterrador desfile. Se asocia mucho esta ficción con el dios nórdico Odín, el
cual encabezaría una tropa de muertos que conforma la cacería salvaje. Esta leyenda se extendió por territorios
escandinavos, Alemania, Francia y las Islas Británicas.
Por otro lado, la Santa Compaña también puede tener
sus raíces en diversas creencias celtas en los espíritus nocturnos. Es preciso
recordar que el noroeste peninsular, y muy especialmente Galicia, fue lugar de
asentamiento del pueblo celta, con lo que muchas de sus tradiciones han sido
recogidas por los habitantes de esa tierra.
Pero, ¿cómo han llegado estos mitos a convertirse en
la Santa Compaña? La respuesta viene de la mano de la llegada del cristianismo.
La Iglesia, al no poder erradicar estas creencias populares, profundamente
arraigadas en la población, cristianizó las costumbres y los relatos de origen pagano
sobre el culto a los muertos. Así pues, cuando surge la idea del Purgatorio en
la tradición católica y empezaron a aparecer las historias de procesiones de
muertos penitentes, la leyenda de la Santa Compaña cobró forma como un relato
de muertos que perecieron en pecado y que, tras su muerte, deben penar, vagando
por los caminos junto a la Santa Compaña para alcanzar así el Cielo.
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